domingo, 31 de octubre de 2010

SOBRE EL TIEMPO Y EL TIEMPO DE TRABAJO - CAPÍTULO 12


Cuando la reconversión industrial entró en escena.

Década de los '90, un tiempo de cambios.

Todo está acabado..., y sin embargo, con toda la ilusión perdida, me acuesto, y me levanto con el más terrible de los sentimientos, que es el sentimiento de tener la esperanza muerta. Quiero huir, quiero no ver, quiero quedarme serena, vacía (¿es que no tiene derecho una pobre mujer a respirar con libertad?). Y sin embargo la esperanza me persigue, me ronda, me muerde; como un lobo moribundo que apretase sus dientes por última vez.(1)

Reestructuración económica y reconversión de empresas.

Durante los fines de la década de los ´80 y durante toda la década de los ´90, la Argentina, como la mayor parte de los países de la región, había encarado la transición hacia un sistema económico competitivo e integrado a los procesos de globalización de la economía, exclusivamente como una cuestión de estabilización de las variables macroeconómicas. La reestructuración y el aumento de la competitividad se consideraron casi como subproductos de la estabilización.

De este modo, los procesos de reestructuración económica, que son cambios a nivel macroeconómico, no fueron acompañados con la misma importancia de políticas industriales, tecnológicas, educativas y de fomento del funcionamiento de los mercados. (2)

Esta falta de políticas de gobierno -una política en si mismo- implicó desentenderse de la fenomenal repercusión que se produce tanto en lo social como en lo laboral.

Además, esto no significó que a nivel micro no se produjeran cambios. La falta de políticas rectoras había facilitado una diáspora de ensayos, impulsadas unilateralmente por las empresas, que aquí haremos referencia como Reconversión de las Empresas, dado que alcanza tanto a las ramas industriales como de servicios.

De este modo cubrimos con un solo nombre a una multiplicidad de cambios, que respondieron en un principio a diversas escuelas de administración de empresas, aplicadas idénticamente o adaptadas a la realidad local:

"Ajustes permanentes de la gestión general"; "cambios en los sistemas de organización"; "métodos modernos de organización empresarial"; "reconversión de la empresa"; "reconversión industrial"; "reestructura y reconversión"; "reingeniería de los procesos"; etc. y sus versiones en idioma ingles como: "turn around"; "resizing"; etc.

Pero por su impacto en lo laboral, la reconversión de las empresas, tuvo un notable significado: fue parte del proceso de reestructuración que, a impulso del neoliberalismo, sufrió la sociedad en su conjunto en aquellos días.

La reconversión de las empresas, no fue solo un proceso de cambio tecnológico. Fue un proceso social y político impulsado por los grupos capitalistas más poderosos que utilizaron herramientas tecnológicas, entre otras, para imponer una nueva relación de fuerzas sobre los trabajadores y las organizaciones sociales gremiales y políticas que los representan.

Esta ofensiva avanzó sobre empresas, organizaciones, legislación y valores culturales, que los trabajadores conquistaron en décadas de lucha. Las palabras que enarbola esta ofensiva son "desregulación" y "flexibilidad".

¿Cómo se dió la Reconversión en las Empresas?

La reconversión se dió fundamentalmente en tres campos:

En la gestión de la producción, en lo tecnológico y en la flexibilidad de la mano de obra. (3)

Con los cambios en la gestión de la producción se apunta a reducir la circulación de los productos dentro de la empresa dándoles los menores tiempos de espera y stock (KAN BAN; Just in Time; etc.); al desarrollo de formas flexibles para la producción de series chicas y variadas de bienes destinado a un mercado pequeño, pero de gusto refinado y alto poder adquisitivo; a la externalización de servicios a través de empresas contratistas; a nuevas formas de organizar el trabajo, por ejemplo la polivalencia y el trabajo en equipos; y también apunta a lograr que los trabajadores participen y cooperen con los objetivos de la empresa: se busca un "cambio cultural" que los lleve a "ponerse la camiseta de la empresa".

En cuanto lo tecnológico, lo principal es la incorporación de nuevos equipos informatizados, automáticos y flexibles, que permitan reemplazar mano de obra y aumentar la productividad.

Y la flexibilidad de la mano de obra significa ir hacia la flexibilidad numérica que adapte la cantidad de trabajadores a los requerimientos coyunturales de producción; la flexibilidad contractual que permita diversas formas de relación laboral según la conveniencia de la empresa con contratos temporarios, horarios flexibles, eventuales, etc. y también ir hacia la flexibilidad funcional, que es la adaptación a distintas tareas, polivalencia, multifuncionalidad, etc.

Otro aspecto de la flexibilidad es la flexibilidad salarial, a través de sistemas de remuneración en base al rendimiento, premios, negociación individual, de los que surgen sueldos netos que pueden variar de un mes a otro.

En resumen, la reconversión en la empresa impacta sobre la jornada de trabajo, sobre el empleo, la organización del trabajo, y la organización sindical y social de los trabajadores. (4)

Ninguno de estos aspectos se modifica en forma aislada. Todos forman parte de una estrategia global empresarial que intentó cambiar todas las reglas de juego hasta ese entonces conocidas.


Garcin.- [...] Así que esto es el infierno. Nunca lo hubiera creído... ¿Recordáis?: el azufre, la hoguera, la parrilla... ¡Ah! Qué broma. No hay necesidad de parrillas; el infierno son los Demás. (5)

Estrategias empresarias en la reconversión:

Los procesos de "reconversión de empresas" tienen como telón de fondo el Conflicto Capital-Trabajo.

Ese conflicto se dirime, fundamentalmente, en el ámbito de relaciones e instituciones del trabajo. En este campo concurren los trabajadores organizados sindicalmente, así como los empresarios y sus instituciones, el Estado y la legislación laboral.

Visto de este modo, las estrategias empresariales son iniciativas del Capital para conservar y/o modificar su posición de dominio y autoridad en esa relación de fuerzas entre el Capital y el Trabajo.

A partir de un contexto histórico favorable a sus intereses, los sectores del Capital lanzaron su nuevo modelo. Pudo ser un contexto favorable por las siguientes razones:

Crisis económica y desempleo, que debilitan la capacidad de resistencia de los trabajadores y el pueblo.

Imposición abrumadora del discurso neoliberal, que no encuentó, ante el fracaso de modelos políticos y económicos alternativos, un contradiscurso verdaderamente opositor y con suficiente respaldo social.

Una decidida toma de posición por parte del Estado, a favor del discurso neoliberal, abandonando su anterior rol mediador y benefactor.

La estrategia empresaria intentó lograr, dentro de campo donde se dirime el conflicto, esencialmente dos cosas:

* Fortalecerse a si mismo.

* Debilitar al oponente.

En estos tiempos de reconversión las estrategias empresarias asumen dos modalidades:

* La agresión.

* La cooptación.

Cuando las empresas intentan imponer sus planes por la fuerza, en base a amenazas, despidos y represión, provocando el conflicto, decimos que su estrategia es de agresión.

Si por el contrario intentan ganar a los trabajadores para sus proyectos mediante promesas o beneficios concretos, generando formas de involucramiento a través de participación y consulta, decimos que se aplica una estrategia de cooptación. (6)

Estas modalidades, no son alternativas inconciliables, sino que son utilizadas por las empresas como herramientas para lograr sus objetivos a través de diversas combinaciones posibles, según el caso de que se trate. Es muy común, por ejemplo, que se utilice primero una estrategia de agresión para derrotar al sindicato y despedir personal, y luego, con el terreno allanado, aplicar una estrategia de cooptación para con el personal remanente y nuevo. Otras veces se trata de seducir a un sector, ó a los delegados, mientras se aplica mano dura con el resto del personal.

Los conflictos producen, muchas veces, verdaderos círculos viciosos para los trabajadores. Esto es así porque cada batalla perdida los deja en una situación de mayor debilidad para enfrentar las nuevas iniciativas empresarias, que simultáneamente, se van fortaleciendo.


Corambis.- Señor, los trataré conforme a sus merecimientos.

Hamlet.- No, tratadlos mucho mejor. Si tratarais a cada cual como se merece, ¿quién se escaparía de unos azotes? (7)

La ideología de los cambios.

Volviendo al tema del "cambio cultural", las empresas hacían referencia a un conjunto de conductas del personal que los involucren con los objetivos de ellas -su reconversión, su subsistencia, ó su prestigio- y que además permiten la posibilidad de participar en las Nuevas Formas de Organización del Trabajo (NFOT).

Peter M. Senge fue uno de los principales "gurúes" del management de los años `90 en los Estados Unidos. Dice sobre el fundamento de las NFOT:

"Como ocurre con las ideas nuevas, resulta muy difícil determinar el momento y forma del nacimiento. Hay intuición y aportes previos. Por ejemplo Peter Druker anunció un nuevo período de cambios que llevaría a la aparición de organizaciones basadas en la información y el conocimiento. El Doctor Edwards Deming apuntó también muy directamente al corazón de lo que significa este cambio cuando decía que el tipo de management que utilizábamos destruía nuestra gente. Estábamos, y en muchos casos estamos destruyendo la motivación, la curiosidad y la alegría por aprender que la gente tiene naturalmente. Y el aprendizaje se ha vuelto un arma fundamental en un mundo de cambios.". (8)

Noventa años atrás hubiera sido impensable encontrar escritos de Frederic Taylor, ofrecidos en kioscos y consumidos como Best Seller. Pero hoy, autores como Ouchi, Senge, Reich y el mismo Deming, son leídos masivamente. Probablemente este fenómeno de lecturas masivas sobre management y autogestión empresaria, tenga algún emparentamiento con la ola de lecturas de autoayuda y de la New Age.

Pero lo cierto es que las principales editoriales de libros, cuentan con "Colección Bussines", "Serie Negocios", etc. Las editoriales argentinas, publicaron cientos de títulos sobre management.

Si bien no existe una escuela argentina de administración o gestión, podemos afirmar que existió una práctica argentina.

Con esto se quiere significar, que a pesar de los cambios, sigue dominando, y condicionando los mismos, el estilo de relaciones laborales tradicionales. Especialmente las empresarias: unilaterales y especulativas. Prueba de ello fué la utilización de variables macro como el desempleo y las facilidades para importar productos, para impulsar "reconversiones salvajes".

La práctica empresarial argentina, se apoya especialmente en la implementación de "tecnologías blandas": aplicar todas las variantes de cambio sobre las relaciones laborales. De este modo la reducción del personal, la flexibilización de la contratación y remuneración y los sistemas de involucramiento, son las primeras medidas de una empresa en reconversión.

La suma de todos estos procesos, dió en nuestro país una inédita cantidad de mano de obra expulsada y un escaso conjunto de empresas con más alta productividad, pero sin inversión en nuevas tecnologías informatizadas, ni en máquinas.

Los mayores esfuerzos fueron puestos sobre la gestión y la organización de las empresas, y sobre todo, el involucramiento del personal en los objetivos empresariales.

¿De que se trata el involucramiento?: Un estudio de aquel entonces, basado en entrevistas realizadas a 26 empresas de nuestro país, dió cuenta de lo que se define como un estilo de "organización inteligente".

La propuesta era dejar un modelo de organización "tradicional", es decir formal, verticalista, no participativa, rígida y rutinaria; para llegar a la "organización inteligente", que es aquella caracterizada por el aprendizaje, innovación, creatividad, liderazgo, excelencia de los recursos humanos, cultura, empowerment -poder de decisión-, flexibilidad, equipo, visión compartida y transparencia. (9)

Para finalizar, nos toca hacernos una pregunta: ¿Porque fué seductor, para muchos, el discurso de estos cambios?

Probablemente siempre nos cueste dividir correctamente entre formas y contenidos, pero es bien cierto que en sus formas, el discurso del cambio suena interesante, porque acude a sentimientos muy fuertes.

¿Quien puede defender el trabajo rutinario? ¿Quien se atreve a defender la burocracia y el papelerío? ¿A quien le gusta trabajar solo?

En cambio, ¡que bueno es trabajar en grupo!, identificarse con el resultado de nuestra tarea, poder desarrollar nuestra capacidad creativa e innovadora.

¿No se estaba canalizando una expectativa colectiva de participación? Además de este tipo de empresas, ¿Donde se nos preguntaba lo que pensamos?

El modelo neoliberal, apuesta a que los valores de la empresa sean los de la sociedad toda. Cada uno de nosotros querrá pertenecer a una empresa, si ésta nos resulta atractiva. Para ello, muchas de nuestras aspiraciones personales, son canalizadas por el sistema: participación, personalización, capacitación, creatividad, etc.

En un contexto neoliberal – como el de aquella década - nuestros mejores esfuerzos se consumían en proyectos individuales -a lo sumo grupales si consideramos el colectivo de trabajo como tal y sin diferencias de intereses entre empresarios y empleados-, contribuyendo a un modelo de acumulación económica que no se podía cuestionar.

Mientras tanto, los lugares naturales para canalizar los deseos de cambio, sindicatos, partidos políticos, organizaciones sociales, etc., perdían contenido. No representaban el poder real, sino el formal.

El país se definía en el ámbito empresario y económico.

En un contexto neoliberal a los políticos solo les resta debatir el posicionamiento de los candidatos y el armado de las listas.

Notas:

(1) "Doña Rosita la soltera". Federico García Lorca. Editorial Losada. Buenos Aires, diciembre de 1993.

(2) "Reestructuración industrial en la Argentina: regresión estructural e insuficiencias de los enfoques predominantes". Hugo Nochteff. Desarrollo económico, vol 31, Nro 123 (Octubre-diciembre 1991).

(3) "La reconversión laboral". Daniel Ximenez Sáez y Oscar Martínez. Editorial Letra Buena. Buenos Aires, 1992.

(4) "Flexibilidad laboral". Eduardo Rojas, Eduardo Sguiglia y Javier Slodky. Fundación Friedrich Ebert. Buenos Aires, Marzo 1991.

(5) "A puerta cerrada". Jean-Paul Sartre. Editorial Losada. Buenos Aires, julio de 1992.

(6) "Reestructuración Productiva y Crisis del Sistema de Relaciones Laborales". Héctor Angélico, Daniel Hernández, Omar Moreno, Hugo Rojo y Julio C. Testa. Fundación Friedrich Ebert. Buenos Aires, diciembre 1992.

(7) "Hamlet". William Shakespeare. Editorial Losada. Buenos Aires, septiembre de 1993.

(8) "Peter M. Senge". Reportaje de César Grinstein. Revista Negocios. Editorial Atlántida. Nro 24, mayo de 1993.

(9) "Tendencias en el management". Pablo Kandel. Diario Clarín. 31 de octubre de 1992.

sábado, 2 de octubre de 2010

SOBRE EL TIEMPO Y EL TIEMPO DE TRABAJO - CAPÍTULO 11

La historia del reloj.

Desde la observación de una sombra proyectada, hasta las pantallas de cuarzo.


por Bruno Pedro De Alto


Por motivos laborales, en Agosto de 1993, me encontraba en Asunción, Paraguay. La cuidad capital era una fiesta. Por primera vez, luego de varias décadas, asumía un presidente civil, el ingeniero Juan Carlos Wasmosy. El general Andrés Rodríguez, quien había derrocado a su suegro, el general Alfredo Stroessner, entregaba el poder al electo presidente, que pertenece al mismo partido político que Stroessner y Rodríguez, el Partido Colorado. Ciertamente, la gente estaba feliz. No importaba tanto que Wasmosy fuera colorado, sino que fuera civil.

Después de mi labor cotidiana, solía cruzar la Plaza Uruguaya, una plaza de dos manzanas de tamaño y que se encuentra frente a la Estación de Ferrocarril. Durante todo el día, pero preferentemente de noche allí, se instalaban los más diversos personajes de Asunción. Se destacan los vendedores, de cuerpos y de mercancías. Uno de estos últimos, una noche se me acercó y me ofreció: “Señor... Rolex, relojes Rolex... 20 dólares... ¿15 dólares?”. Contesté que no y seguí mi camino.

Sin embargo, me fui pensando en aquella situación. Sin duda me habían ofrecido un Rolex “trucho”, falso por todos lados. No obstante, es sabido que esas imitaciones suelen ser en muchos casos bastante buenas, que asociado a sus precios las hacen tentadoras. Tener un reloj pulsera, que marque más o menos bien la hora y no sea cuanto menos espantoso, para aquel entonces en Asunción, costaba entre 15 y 20 dólares.

Gran mérito de la industria japonesa, en un principio, al decidirse a competir furiosamente con los relojes suizos. A los remozados relojes que funcionaban a cuerda, como los había ideado el holandés Huygens en 1759, se les estaban anteponiendo otros aparatitos, que funcionando a cristal de cuarzo, eran más precisos, económicos y... ¡a pilas! Los relojes, que si bien ya eran productos de uso masivo, se transformaron en productos descartables.

Diferente situación la que se vivía a fines del siglo pasado y a principios del actual. La joyería de Manuel Escasany, Florida 84-88, Buenos Aires, ofrecía a los obreros el “Cronómetro del trabajador” a $ 12,50. Para los obreros de aquellas épocas, el reloj era una herramienta fundamental, pues evitaban el engaño de prolongar la jornada varios minutos cada día, que usualmente hacían los patrones. Sin embargo, el valor de aquellos cronómetros era elevado, los sueldos mensuales de los trabajadores según su oficio, variaba entre $ 10 y $ 40. Los cronómetros del joyero Escasany no abundaban.

Desde la creación de los primeros relojes hasta su masificación descartable, la historia del reloj es meritoria de algunas líneas.

Los primeros relojes.

Ya en 1.400 a.C. en Alejandría, territorio de Egipto, se utilizaban relojes de agua, pero que en definitiva, no otra cosa que cubos que perdían agua.

Alrededor de 1.000 - 700 a.C., en Egipto se desarrollaron los primeros relojes solares, a la sazón, los primeros relojes. Los métodos más antiguos de medir el tiempo aprovechaban el movimiento lento y uniforme del sol al cruzar el cielo. Los primeros relojes de sol conocidos eran estacas clavadas en el suelo. La longitud de la sombra indicaba la hora. Estos relojes tan simples eran muy poco precisos, pero hacia 700 a.C. el reloj de sol ya se asemejaba a su versión actual. La varilla del reloj inclinada, el “gnomon”, proyectaba una sombra igual a lo largo del día, y era el ángulo de la sombra, no su longitud, lo que señalaba la hora sobre una esfera.

En el año 300 a.C. el inventor Ctesibios, griego pero residente en Alejandría, creó un reloj de agua mucho más preciso. Medía el tiempo en horas egipcias que variaban su duración durante el año. Su dispositivo engranado, llamado clepsidra, traducía el nivel de agua que se elevaba dentro de un depósito, a causa de un goteo regulado, a través de un flotador coronado con un señalador que indicaba sobre una pantalla las distintas horas del día.

Hacia el 1.300, en Europa se generalizaron los relojes que funcionaban a través de un dispositivo mecánico. Estos debían su movimiento a una barra que oscilaba horizontalmente y transmitía ese movimiento a las ruedas dentadas que movían las agujas colocadas sobre el cuadrante con doce divisiones. Este modo de dividir el tiempo, el día de 24 horas, la hora de 60 minutos y el minuto de 60 segundos, era la forma que adoptaron los romanos y que éstos a su vez tomaron de los babilonios.

Los relojes con escape, así se llamaban, eran muy pocos precisos, y debían ser ajustados todos los días con las indicaciones que realizaban los aún vigentes relojes de sol. Esto nos hace suponer que si se daba una serie de varios días nublados, llegaba un momento determinado en que nadie, a pesar de los esfuerzos inventivos, realmente sabía que hora del día transcurría.

Los primeros despertadores, eran relojes de mecanismos con escape. Los empezaron a fabricar los relojeros alemanes entre 1.250 y 1.400. Sus apasionados usuarios eran los monjes, que necesitados de madrugar, oían la campana incorporada al reloj que sonaba luego de ser soltado un pequeño martillito. En estos relojes aparecieron sobre el cuadrante, unas protuberancias que les permitían a los religiosos conocer la hora por el tacto y a oscuras.

Lo anterior nos recuerda unos hermosos párrafos de Umberto Eco. Se trata de su conocida novela “El nombre de la rosa”. En ella, Eco nos ilustra sobre las horas canónicas que regían la vida de los monasterios y sus monjes.

En efecto, el relato que se ubica en una incierta región de los Apeninos, entre Italia y Francia, a fines de 1327, cuenta que los monjes benedictinos amanecían a la hora canónica llamada maitines, que se la puede ubicar entre las 2.30 y 3.00 de la noche, para rezar y esperar el nuevo día. En aquel año y en aquella región aún no existían los relojes despertadores alemanes que hiciéramos referencia más arriba. ¿Como hacían los religiosos para amanecer a aquella hora?

Aquí el relato de Eco, puesto en boca de su personaje Adso de Melk: “Por otra parte, sobre todo en los días de invierno, el oficio de maitines se desarrolla cuando aún es de noche y la naturaleza está dormida, porque el monje debe levantarse en la oscuridad, y en la oscuridad debe orar mucho tiempo, en espera del día, iluminando las tinieblas con la llama de la devoción. Por eso la costumbre prevé sabiamente que algunos monjes no se acuesten como sus hermanos, sino que velen y pasen la noche recitando con ritmo siempre igual el número de salmos que les permita medir el tiempo transcurrido, para que, una vez cumplidas las horas consagradas al sueño de los otros, puedan dar a los otros la señal de despertar.” (1)

El matemático y astrónomo holandés Cristiaan Huygens (2) introdujo en 1656 un aporte revolucionario a la cronometría, el reloj de péndulo. Si bien el gran Galileo, había diseñado relojes con péndulo, a su vejez y completamente ciego, no los pudo desarrollar.

Huygens, pudo aplicar a los relojes los conocimientos que se tenía Galileo sobre los péndulos, aunque el holandés no supiera de aquellos avances del sabio italiano. Estos relojes, al darle una longitud fija, daban un período de oscilación constante. Haciendo funcionar los péndulos en los relojes se lograba mecanismos que prácticamente no atrasaban ni adelantaban. Construidos con materiales apropiados, que evitaban las dilataciones, estos relojes fueron ciertamente los primeros que podemos considerar exactos, pues las agujas con las cuales se señala la hora, solo se desviaban 5 minutos al día, aventajando a otros dispositivos mecánicos que lograban errores de hasta una hora.

Pocos años después, el mismo Huygens inventó un reloj que podía ser llevado con uno mismo: el reloj de bolsillo. Para lograrlo, el inventor holandés mejoró los relojes portátiles desarrollados por los alemanes alrededor de 1500. Su aporte fue incorporar un resorte tipo muelle al volante del reloj, con ello se permitía apretar el resorte, “darle cuerda” y lograr un giro en contrario muy regular y preciso. El primer aparato montado por Huygens, fue en París en 1675. Su error: menos de 2 minutos por día.

Quienes también estaban muy interesados en la precisión de la hora eran los navegantes. Para calcular cuanto, y hacia adonde se alejaban de su puerto de origen, los marinos medían la hora en la cual el sol estaba más en lo alto, el cenit, y lo comparaban con su hora original. En 1759, el inglés John Harrison consiguió un reloj muy preciso, el cronómetro. Su máxima exactitud logró asombrosos 30 segundos en un año.

Reloj eléctrico.

A partir de 1892, en los EE.UU., se fue dejando de lado la corriente continua como energía domiciliaria. Edison era gran impulsor de ésta, pero los intereses financieros apostaron a la corriente alterna: fusionaron a la Compañía Edison, proveedora de corriente continua y la Compañía Thompson, en una sola gran empresa, General Electric Company.

Esa expansión de la corriente alterna hizo posible el empleo de gran variedad de motores eléctricos. Uno de ellos es el motor sincrónico, es decir un motor construido para seguir el ritmo de las alteraciones de dicha corriente. Estos motores se utilizan para hacer funcionar los relojes eléctricos.

El motor de un reloj eléctrico, que se pone en marcha solo, suele consistir en un simple disco imantado que gira en el campo magnético creado por una bobina elemental. La bobina está conectada a la corriente eléctrica doméstica, generalmente 50 ciclos por segundo. El disco gira a esa frecuencia, para la traducción de ese movimiento en uno menor, como el que mueve las agujas de un reloj, se utilizan engranajes. Mientras los generadores de la central continúen enviando corriente que alterna exactamente a 50 ciclos por segundo, no atrasa ni adelanta.

Patrón de tiempo.

La medición del tiempo tiene dos aspectos. Para propósitos cotidianos y para algunos de tipo, científico. En los primeros, queremos saber la hora del día para poder ordenar los acontecimientos.

En cambio, en la mayoría de los trabajos científicos, se desea saber el intervalo de tiempo que dura un suceso. Por eso, cualquier patrón de tiempo debe responder, tanto a la pregunta “¿en qué momento ocurre?” como a la pregunta “¿cuanto dura?”.

Cualquier fenómeno que se repita a si mismo puede usarse como medición del tiempo. La medición se haría contando dichas repeticiones. Por ejemplo, podemos usar un péndulo que oscila, un resorte de muelle, o un cristal de cuarzo.

De entre los muchos fenómenos repetitivos que ocurren en la naturaleza, durante muchos siglos se ha usado la rotación de la Tierra sobre su eje, que determina la duración del día. Ese patrón es aún la base de la medición del tiempo civil y legal, y el segundo (solar medio) se define como 1 / 86.400 de un día (solar medio).

Los patrones que surgen de las mediciones sobre el comportamiento de los planetas y las estrellas, se los denomina tiempo universal, son fruto de extensas -semanas y meses- observaciones astronómicas. Sin embargo, los patrones allí obtenidos tienen limitaciones de precisión. En efecto, la rapidez de rotación de la Tierra es menor durante el verano en el hemisferio sur, y mayor durante el invierno y además decrece paulatinamente año a año. Las causas de aquellas variaciones pueden encontrarse en la fricción del agua y la Tierra, las variaciones de mareas y vientos sobre la superficie terrestre, y la fusión y recongelación de los casquetes polares, entre otras causas.

Estas variaciones son imperceptibles para los relojes mecánicos y electrónicos, como por ejemplo, los relojes de cuarzo. Recién fueron detectadas gracias a los desarrollos de relojes atómicos.

Relojes precisos.

Los relojes de cristal de cuarzo son buenos patrones de tiempo. Están basados en las vibraciones periódicas naturales de un cristal de cuarzo que son mantenidas eléctricamente. El error es de 0,02 segundos por año.

Un uso común de los relojes de cuarzo es la medición de frecuencias de ondas de radio, sin embargo para poder medir todo el espectro de ondas, hace falta relojes más precisos. Para llenar esa necesidad se han desarrollado los denominados relojes atómicos, que basan su funcionamiento las vibraciones periódicas de los átomos. Como patrón, ha estado en funcionamiento desde 1955, en el National Physical Laboratory de Inglaterra, un reloj atómico basado en un haz de cesio atómico, el isótopo Cs133. Estos relojes de cesio logran una precisión equivalente a un segundo de retraso cada 6.000 años.

Como patrón de tiempo para lugares remotos, se utilizan ondas de radios. En EE.UU., el National Bureau of Standard, a través estaciones de radio, transmite en frecuencias de radio estabilizadas en determinadas frecuencias, 440 y 600 Hertz, cada 5 minutos. De este modo la señal, estabilizada en un reloj atómico, sincroniza la medición de otros relojes menos precisos en toda la extensión de aquel país.

Durante los Juegos Olímpicos de Atlanta, EE.UU., en 1986, se utilizaron por primera vez los denominados Cronómetros Superprecisos, que miden automáticamente hasta la milésima de segundo. Evidentemente, a causa de su exactitud, no puede ser usado manualmente, dado que la velocidad de reacción de los jueces es superior a las escasas diferencias entre atletas en alta competición. Utiliza el Scan’o’Vision, una cámara digital desarrollada por la firma Omega.

Notas:

(1) Umberto Eco. El nombre de la rosa. RBA Editores S.A., Barcelona 1993.

(2) Cristiaan Huygens había nacido en La Haya, en 1629, pero vivió casi siempre en París. Como astrónomo se destacó por numerosas observaciones y descubrimientos, como por ejemplo el anillo que rodea al planeta Saturno. Mientras que, como físico fue quien por primera vez desarrolló la teoría ondulatoria de la luz, en franca discrepancia con Newton. Estos dos hombres, más la figura de Galileo, son considerados como los padres de la ciencia moderna.

Bibliografía:

Richard Platt. Inventos. Historia visual. Ediciones B S.A. Barcelona, 1995.

L. Srague de Camp. La conquista de la energía. Editorial Bruguera. Barcelona, 1964.

Paul Tipler. Física. Editorial Reberté. Barcelona 1992.