jueves, 12 de abril de 2007

Recuerdos, búsqueda y tristes noticias.

por Bruno Pedro De Alto

Marzo de 2007. Es de noche y estoy haciendo ese zapping, que se hace monótonamente sin mirar demasiado lo que va apareciendo en la pantalla. En la zona donde el cable agolpa las películas, apareció la extraña cara de Mickey Rourke que mostraba ya su derrumbe de alcohol y desorden, y la bella Carre Otis, escondida debajo de una máscara de carnaval que apenas tapaba su cara.

Seguí pasando canales, pero súbitamente recordé a que película correspondía esa escena. Regresé a la señal del cable y recordé más los detalles del contexto de aquella película que su argumento. La película era mala. Malísima. Una joven abogada (Otis), viaja hasta Río de Janeiro, junto con su jefa (Jacqueline Bisset) para visitar a unos clientes. La chica conoce un atractivo brasileño pero luego se enreda con un estadounidense que es Rourke. Y este último quiera a las dos mujeres. Bodrio.

Digo que recuerdo más el contexto por lo siguiente. Recuerdo con quien fui al cine, y algunos detalles más. Era verano, hacía un calor sofocante, y fui con Inés Danziger a uno de los cines de la Avenida Santa Fe, en Buenos Aires.

A la salida del cine nos golpeó el calor y una inminente tormenta que electrificaba el aire, las cosas, las relaciones

Caminamos las 10 o 12 cuadras que separaban el cine de su departamento de la calle Billingursth, lo hacíamos comentando la película y empezando a intuir que la lluvia estaba allí. Torbellinos de viento, con mucha tierra, papel y otras voladuras. Un par de minutos y el torbellino se llena de agua que corre casi vertical y luego al enderezarse forma una cortina. Nosotros aún allí abajo corriendo, creyendo que más adelante es mejor y dejando atrás reparos que podían haber sido más útiles, si es que realmente nos estaba importando mojarnos. Llegamos a la entrada del edificio agitados y mojados.

Ya en el departamento, nos secamos las cabezas, nos descalzamos y finalmente quedamos largo rato sentados en un amplio balcón mirando como a la ciudad la cubría el aguacero.

¿Pero quién es Inés Danziger?

A decir verdad, nunca supe mucho de ella. Pude remedar ese desconocimiento recientemente, y el resultado de saber algo más sobre ella, me dejó contrariado. Como generalmente nos dejan contrariado los infortunios.

Me la presentó una persona que se llama Orlando Bustos, y que trabajaba en la Asociación Obrera Textil, como responsable de capacitación, durante un curso que yo estaba desarrollando en la delegación San Isidro.

“Atendé vos a esta chica, que es medio plomo…”. Un hombre formado en el sindicalismo machista, con orígenes en los Círculos de Obreros Católicos y la Acción Católica trataba de safar de sus preguntas feministas. Porque eso era lo que Inés fue a hacer ahí: indagar sobre el trabajo femenino.

El resumen de aquel primer encuentro fue saber que Inés era abogada y psicóloga y estaba buscando información sobre “trabajo femenino”, una cuestión de “género y trabajo” diríamos hoy. Vaya a saber que ocurrió, no lo supe nunca, ella mostró interés en que siguiéramos comunicados, y puso entusiasmo en ello. La recuerdo de 1,75 metros, blanca, de rulos rubios y ojos claros. Aspecto gringo. Mayor que yo, y yo tenía 32 años.

Nos vimos algunas veces más. Me invitó a cenar a su casa, cocinó y se vistió para la ocasión. Otro día fuimos al cine a ver la película comentada más arriba.

El 16 de enero de 1991 había empezado la Guerra del Golfo. Meses antes Irak, con Saddam Hussein en el gobierno, invade Kuwait. En represalia, los EEUU lanza la recuperación del territorio ocupado. Israel, es su socio en la región, en esas noches, y las siguientes, recibió muchos misiles iraquíes sobre sus ciudades.

Probablemente haya sido la noche del 17 de enero que sonó mi teléfono y al atender encontré a Inés muy conmovida, asustada y solicitándome que fuera hasta su casa para acompañara. Estaba aterrada por las noticias de los misiles cayendo sobre el pueblo judío Allí descubrí su condición de judía, además de descendiente alemana.

Casi de medianoche, salí a la calle y tomé el colectivo 60 que me dejaría a 5 ó 6 cuadras de su departamento. Casi un par de horas después llegué y recibí mayores explicaciones: en Israel (luego sabría que en Tel Aviv y Ramat Menashe) tenía amigos y parientes.

Inés tenía señal de cable y estaba viendo CNN en su versión, por entonces, única y original en inglés. Se transmitía en directo desde el lugar del conflicto y el canal de Turner decididamente a favor de Israel y en contra de Irak infundaba miedo desde la pantalla. Así que tomados de la mano, vimos largas horas de noticiero, hasta un amanecer que finalmente me permitió regresar a casa.

La vi una sola vez más. Nos encontramos en Martínez, para ir al río. Nuevamente mucho calor.

Yo tenía elegido un lugar como propio para descansar frente al río y tomar sol desde octubre hasta marzo. Inés lo conoció primero por mis dichos y luego al acompañarme en aquella oportunidad.

Hoy ya no existe más, el Tren de la Costa lo transformó. Pero en esos tiempos unos pocos lo usábamos y para batir el calor una canilla alta nos refrescaba: ponerse debajo y dejarse mojar.

Es evidente que en aquel lugar dije cosas que le llamaron la atención definitivamente y que le molestaron. Quizás mis actitudes esquivas y sin mayor compromiso con ella y que eran reiteradas. Al llegar a mi departamento en Acassuso, con la intensión de tomar algo fresco, llegó la pregunta de ella que definitivamente desequilibró la relación: “¿nunca pensaste en hacer terapia?”

Hasta ese momento, y solo pocos meses después, nunca me lo había planteado. Mejor dicho: creía “que no lo necesitaba ni remotamente”. Contesté algo parecido a eso, y muy enojada empezó a juntar sus cosas para irse, y seguramente para siempre. Poco pude negociar, solo acompañarla hasta la parada del colectivo. Se fue.

Posteriormente otros sucesos, donde si me había comprometido y con resultados dolorosos me mostraron que necesitaba terapia y allí acudí durante cuatro años y medio.

Iniciada la terapia, quise contárselo a Inés. Reconocerle que su pregunta tenía fundamento y contarle como me estaba yendo. Pero no conseguía comunicarme. El teléfono no era atendido nunca, ni de día, ni de noche. Sin contestador. Y pasaron meses, con esporádicos intentos fallidos. Y la di por perdida. Realmente tenía ganas de contarle sobre mi terapia, y en alguna medida la influencia de su pregunta.

En aquellos entonces no teníamos Internet como hoy, para buscar a alguien a través de sus pasos profesionales, comerciales, académicos, etc. Poner en un buscador “Inés Danziger” y ver que pasa.

Al año de su ida de casa, y quizás intuitivamente, volvía a llamar y la encontré. Seguí molesta conmigo y le extrañó mi llamado: hacía meses que se había ido a vivir a Alemania y pasó a cerrar sus temas en Buenos Aires. Quedamos en encontrarnos al día siguiente y no fui. Evidentemente mi terapia estaba recién en sus comienzos.

Más de quince años después, estos recuerdos se metieron por el televisor con las escenas de “Orquídea Salvaje”.

Buscando noticias de su vida, escribí en los buscadores de Internet el nombre de ella y encontré algunas noticias.

En primer lugar publicó un libro: “Psychosoziale Aspekte der Frauenarbeit in Argentinien” (Aspectos psicosociales del trabajo femenino en Argentina). Seguramente contiene las dudas del buen amigo Bustos. ¿Alguien publicará en Argentina este trabajo?

Otras noticias en alemán traen artículos escritos por ella sobre derrotero de los judíos alemanes por el mundo.

Y una nota hallada en Internet[1], en inglés, me da pistas de malas noticias. El texto traducido, resumido y complementado dice:

“Inés (Inesita) Margarita Danziger nació en 1947 en Buenos Aires. Su familia de judíos alemanes, emigró de Breslau, Silesia[2], en 1938. En Argentina ella estudió y ejerció como psicóloga. A principios de los años `90 viajó a Alemania y se radicó en Nuremberg. Allí comenzó a recoger documentos oficiales, artículos periodísticos, fotos y cartas personales de su familia extendida[3] y estudió su trasfondo histórico. Su sueño fue crear un libro acerca de su familia basada en estos documentos.

Dos temas resultaban de particular interés para Danziger: los orígenes históricos de la vida judía en Silesia; y el sino de su abuela paternal, Martha Danziger, que fue asesinada por los SS en Lituania.

Su producción inconclusa se resume en documentos de la familia de Inés Danziger incluyendo originales. Hay también material de la investigación, extractos de los libros, correspondencia y un CD-ROM compilado por Danziger. El CD contiene bosquejos del libro inacabado de Danziger junto a muchos otros archivos.

En 2001 contrae una fatal enfermedad. Antes de que ella muriera el 28 de mayo de 2001, expresó el deseo que su colección se done al der Juden de Geschichte del der de Erforschung del zur de Zentralarchiv en Deutschland (Archivos Centrales para la investigación de la historia de los judíos en Alemania), en la Universidad Heidelberg. Esos archivos llegaron allí el 30 de septiembre de 2001[4]” y fueron ordenados por el joven rabino de Dusseldorf, Yeshayahu P. Balog. Los archivos de la familia de Danziger consisten en 3 cajas de documentos y cartas, más 1 caja de libros y 1 CD-ROM”.

Sorpresivamente para mi, Inés Danziger está muerta.

Al recordar cada uno de nuestros encuentros, veo de qué manera se cruzó por mi vida y se interesó por mí. Pero mis afectos no se anclaban, la esquivé.

Debo reconocer que de algún modo influyó en un momento importante de mi salud mental con aquella pregunta sobre mi posibilidad de “hacer terapia”. En aquel entonces me di cuenta de ello, pero hoy me conmueve mucho más.

Al reconstruir parte de su vida, a partir de lo que es posible aquí y ahora, veo que Inés dejó la impronta de los que buscan su identidad: primero como mujer y luego como judía alemana.

Tengo una sensación de pena, quizá por esas penas que nos dan las muertes prematuras. Y yo no le devolví las atenciones a tiempo.

Curiosos usos de Internet, que me permitieron reconstruir y cerrar un círculo que había quedado muy guardado, casi olvidado, pero abierto.

En estos días se cerró. Este escrito los cierra.



[1] www.uni-heidelberg.de/institute/sonst/aj/PERSONEN/DANZIGER/introduc.htm

[2] Silesia (Slask)) es una región que se encuentra en la parte sur occidental de Polonia. Durante siglos estas tierras fueron lugar de disputas entre los polacos y los alemanes. Como resultado de la derrota alemana en la segunda guerra mundial, toda Silesia quedó en territorio polaco. La población alemana fue desterrada, y su lugar lo ocupó gente de los territorios polacos orientales, perdidos por Polonia.

[3] La gran mayoría de las cartas son de parientes en Sudáfrica, pero hay también cartas de otras ramas de la familia y los amigos alrededor del mundo en lugares tales como Dallas y Atlanta en los EEUU, Valparaíso en Chile, y Tel Aviv y Ramat Menashe en Israel.

[4] Simple curiosidad: esa fecha es mi cumpleaños.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Viernes 06 de abril de 2007 - 13:00:50
Bruno seguís siendo un buscador, un buscador inquieto, interesado… Esta puerta cerrada, la apertura de cuántas otras habilitará?
La historia de Inés, una parte de tu historia, es conmovedora. Gracias por compartirla conmigo.
Te mando un abrazo y mi recuerdo afectuoso de siempre.
Silvia Atardo.

Sábado, 08 de abril de 2007 - 11:42
Simplemente… Te quiero mucho….!!!!
Sos un ser muy especial!!!
Felices Pascuas
Graciela E. Rosa de Belloni

Domingo 09 de abril de 2007 - 22:02
Gracias!!!
Me alegra que hayan vuelto las ganas de compartir "textos" tuyos,
siempre me reconforta leerte. No son muchas las personas que escriben desde el alma, como vos, mostrando lo que sienten. Gracias otra vez.
Guillermo Armisén.

Lunes 10 de abril de 2007 - 10:53
Gracias por compartir esta historia, por dar este testimonio, a cada uno vaya a saber como le resonara, pero seguro es movilizante y nos deja pensando, gracias, además esta muy bien escrito, un abrazo. Ana ramos.

Anónimo dijo...

Dios mueve al jugador y éste la pieza
¿Qué Dios detrás de Dios
la trama empieza?
Jorge Luis Borges, Ajedrez (Poema).


Historias cruzadas cada cual en su propio ajedrez Su propia jugada. Jorge Drexler, Durante.


Bruno querido, querido Bruno. Cuanto de determinismo…cuanto de asar crees tiene la vida que habitamos… ¿cuanto de asar? ¿Cuanto de determinismo? Y con que migajas, gotas, lagrimas juntadas en un tarrito sentís vos Bruno construimos relación a relación, búsqueda tras miradas nuestra identidad… sí esa maleable, esa dinámica, esa casi a veces atrevida.
Propongo retener a Inés en nuestros corazones, en nuestra memoria. Creo que no hacen falta las despedidas para algunas personita que en algún momento de la historia de Bruno e Inés… de Inés y Bruno se han encontraron en la coincidencia de creer, de saber, de buscar…. Si por sobre todo de Búsqueda…Por ello no son necesarias las despedidas pues ella ni vos se van a ninguna parte.
Te abrazo fuerte fuerte… para que esta melanco-lia intensa sea compartida.

Noe Sierra

Anónimo dijo...

Hola Bruno. Entré en tu blog, y leí hace unos días tu “Recuerdos, búsqueda…”.

Me impactó, me impacta, me conmueve, y mueve…por historias parecidas quizás, por querer compartirlo, por las asignaturas que muchas veces duele tanto que hayan quedado pendientes, o al menos es lo que uno siente.

No sé bien qué decirte, creo que cuando pase la sorpresa de leer algo tan cercano y lejano a la vez, pueda decir algo más.

Te mando un beso.