domingo, 20 de septiembre de 2009

SOBRE EL TIEMPO Y EL TIEMPO DE TRABAJO - CAPÍTULO 9


Tiempos modernos.

El artista y la interpretación del mundo.

por Bruno Pedro De Alto


Vi, por primera vez, Tiempos Modernos(1) en el año 1985. La película era exhibida en el contexto de la apertura democrática argentina de aquellos años. Sin embargo, la impresión de ese momento fue estar viendo una excelente película cómica; es decir, la necesidad de reírme pudo más que la posibilidad de ver en ella una denuncia social o política.


Unos pocos años después, uno de mis maestros, sugirió que usáramos la película para debatir temas ligados al trabajo, las condiciones de trabajo y a la salud. A partir de allí, aparte de hacerme reír, Chaplin me permitía reflexionar.


Al aparecer una versión en video, Tiempos Modernos pasó a ser parte de mis instrumentos de trabajo. Su visión crítica de la sociedad y del trabajo, permite a los alumnos, que comparten conmigo la tarea cotidiana, repensar el mundo del trabajo. Desde ese entonces, Chaplin me permite trabajar como formador de trabajadores.


El argumento de la película es visto por Thevenet(2) como "Un delgado hilo argumental, enganchado en coincidencias, enhebraba en un largometraje varios cortos que se podrían llamar Charlot Obrero, Charlot patinador y Charlot camarero, o chistes incidentales [...]". Creo que se trata de una simplificación, pues tanto los personajes del vagabundo como el de la chica no hacen otra cosa que padecer en carne propia la crisis, las huelgas, los disturbios y el desempleo. Ver sentidos antagónicos en las películas de Chaplin, y particularmente en Tiempos Modernos, no es nuevo.


La noticia de que Chaplin, al filmar Tiempos Modernos, estaba produciendo un film con implicaciones sociales creó esperanzas y alarmas. Frente a esa circunstancia el mismo Chaplin declaró: "Hay quiénes siempre atribuyen significado social a mi obra. No lo tiene. Dejo esos temas para la plataforma de los discursos. Entretener es mi primera consideración". Más tarde, cuando se enteró de que el film era prohibido en la Italia fascista y en la Alemania nazi, agregó: "Los dictadores parecen creer que el film es comunista. Es absolutamente falso. En vista de los recientes sucesos, no me sorprende la prohibición. Pero nuestro único propósito era divertir. Es sólo mi viejo personaje Charlie en las circunstancias de 1936. Como actor no tengo objetivos políticos. El film comenzó desde una idea abstracta, un impulso por decir algo sobre la forma en que la vida es manipulada y canalizada y en que los hombres se transforman en máquinas."


Sobre la última frase, vale la pena detenerse. A Chaplin se lo analizó desde los colores del cristal del Comunismo y del Capitalismo. Pero su obra, filmada íntegramente en países capitalistas, refleja -como tema o como contexto- los problemas del capitalismo que Chaplin conoció. Al estrenarse Modern Times pocos creyeron que contuviera un alegato, pero casi todos celebraron que Chaplin tomara contacto con la realidad social cercana, que por cierto no estaba ni siquiera aludida por otros cómicos del momento, como los hermanos Marx. Es allí donde acierta Tichy: "Ciertamente, Tiempos Modernos basa su efectividad en el rechazo de los modernos métodos de explotación, pero en realidad este rechazo hay que comprenderlo más bien desde un punto de vista estético y moral, dirigido más contra el proceso global de masificación e igualitarismo inevitablemente generado por la industrialización, que contra el sistema de clases."(3)


Esta distinción no es poca cosa. A Chaplin le preocupaba "[...] la forma en que la vida es manipulada y canalizada y en que los hombres se transforman en máquinas." Por ello nos parece en vano seguir insistiendo en calificar a Chaplin de , o por su forma de presentar la miseria de su tiempo en películas como Tiempos Modernos. Algún crítico, haciendo un notable alarde de imaginación transpolativa, opinó que: "[...] lo que le ocurre al protagonista se debe a su propio ingenuo desconcierto, a su travesura, a su absurda ineptitud y al contante apoyo de muy sorprendentes coincidencias. No podría mantener un trabajo ni librarse de la cárcel, incluyendo la Unión Soviética, si fuera fiel al personaje de Chaplin"(4).


Es justo destacar, el aporte a la confusión que logra él mismo. Así, por ejemplo, durante su visita a Berlín, recibió una delegación de artistas de cine desempleados. El Die Rote Fahne informaba el siguiente diálogo y posteriores reflexiones de Chaplin:

"- ¿Y qué corriente del partido obrero representan?

- ¡Somos el único partido obrero revolucionario de Alemania!

- Pero los trabajadores alemanes ya han hecho una revolución ¿no? ¿O ha sido sólo un cambio de personas?...

Y después de una pausa, mientras su cara se contraía pensativa: "Si cuando se hace una revolución, hay que hacerla del todo. No puede reducirse a un simple cambio de personas, ¿no es cierto? [...] ¡Si, el capitalismo es el enemigo! ¡Ese es nuestro enemigo realmente!..."(5)


En definitiva, a Chaplin hay que verlo -y disfrutarlo- como un genial cómico. Pero además, que no desaprovechó las oportunidades de usar artísticamente las miserias que le mostraba la sociedad que conoció. Ese uso, solo es posible desde una visión comprometida(6).


En efecto, el compromiso del artista no es un hecho aislado y espontáneo, sino más bien un proceso. En primer lugar, la capacidad de dirigir la mirada allí donde hay miserias y dolores; en segundo lugar, discernir que aquello es injusto; y tercero decidirse por mostrarlo artísticamente. En Tiempos Modernos, Chaplin demuestra dominar ese proceso, al cual accede, no desde una postura partidaria, sino desde un compromiso con lo humano.


La rigurosa sincronización del mundo laboral, es mostrada y utilizada a fondo por Chaplin en Tiempos Modernos. Los primeros quince minutos del film, cuentan los problemas del vagabundo que se dedica a trabajar como obrero de una monumental fábrica.


Son numerosas las referencias dentro del film, sobre la rigurosidad del tiempo, contado en forma explícita e implícita. Durante los títulos, un gran reloj avanza inexorablemente hacia las 6.00 -hora de ingreso-; luego el vagabundo necesita fichar sus entradas y salidas, sean éstas al baño o corrido por la policía.


Hay más, la escena en donde es presentada una máquina que permite trabajar mientras se come, el Presidente de la Compañía califica al artefacto como "poco práctico". Es cierto, Chaplin durante la demostración no puede comer ni trabajar, solo se limita a padecer una verdadera tortura de sopas voladoras y golpes de la endemoniada máquina. Sin embargo, la seducción del vendedor estaba basada en el ahorro de tiempo. Los obreros mientras comen no producen.


Finalmente, la aceleración de la cinta transportadora que lleva unas piezas en las cuales el obrero Chaplin, se dedica a repetir una y otra vez la misma mueca: ajustar unas tuercas con una llave en cada mano lo lleva a la locura. "Ist crazy" dicen sus compañeros, mientras la máquina se lo come.


Notas:

(1) Tiempos Modernos fué filmada en Estados Unidos durante 1935 y fue estrenada el 5 de febrero de 1936. El guión, dirección, producción y música son de Charles Chaplin. El reparto está encabezado por Charles Chaplin y Paulette Goddard. El sello: United Artist.

(2) Homero Alsina Thevenet. Chaplin: todo sobre un mito (Ed. Rial/Brugera)

(3) Wolfram Tichy. Chaplin. Editorial Salvat. Barcelona 1985.

(4) Homero Alsina Thevenet. Op. cit.

(5) Wolfram Tichy. Op. cit.

(6) Mario Benedetti nos recuerda, desde un artículo periodístico escrito en 1993, la estrecha relación entre los intelectuales y el compromiso: "Como hombre libre, pero sin paternalismo ni soberbia, sin ínfulas ni desplantes, el intelectual puede contribuir a la investigación de la realidad. Con sus ensayos, sus artículos periodísticos, pero también con sus novelas, sus dramas y hasta con sus poemas. [...] y es bueno recordar que el compromiso no siempre se ejerce desde la certerza, sino también desde la inseguridad, desde la incertidumbre."

viernes, 11 de septiembre de 2009

SOBRE EL TIEMPO Y EL TIEMPO DE TRABAJO - CAPÍTULO 8


La jornada de ocho horas.

El 1º de Mayo.


por Bruno Pedro De Alto


El 1º de Mayo es el Día Internacional de los Trabajadores. Tiene su sentido en la lucha de los trabajadores por la jornada de ocho horas, y rescata la memoria del "crimen de Chicago" y en sus mártires. Como consecuencia de aquella jornada de lucha en 1886, ocho dirigentes anarquistas pagaron con su vida o su libertad por delitos inexistentes. Con un juicio fraudulento un régimen injusto los hizo pagar por sus principios, sus convicciones y por sus ideales.

Sin embargo, la memoria colectiva va olvidando este verdadero sentido de la fecha. En ella no se festeja nada, es un día de conmemoración y de lucha.

Con respecto a lo anterior tengo una anécdota. En cierta oportunidad, desarrollaba un proceso de formación de docentes de educación primaria para adultos. El tema de la formación era incorporar los contenidos que desarrollamos un grupo de especialistas sobre “Formación para el Trabajo”. Lo que vamos a contar, creemos que tiene va validez como muestra, porque está basado en la experiencia recogida en cuatro talleres realizados con docentes de distintas provincias y de la Capital Federal. En total, unas 60 personas.

Pues bien, en determinado momento del taller preguntaba a los presentes lo siguiente: ¿Qué se conmemora el 1º de Mayo? y ¿Porqué? A continuación las respuestas

  • El Día del Trabajo,
  • El Día Internacional del Trabajo,
  • El Día de la Constitución (!?) (1),
  • La muerte de Sacco y Vanzetti,
  • El incendio de una fábrica en Estados Unidos, con mujeres adentro,
  • y finalmente, por fín, la Tragedia de Chicago.


En resumen, el 1º de Mayo ya no es el Día Internacional de los Trabajadores, sino un día festivo, feriado, y que se recuerda no se qué cosa.

Cuando les aclaraba, paso a paso, el sentido y el recuerdo del 1º de Mayo, a los docentes les iba ganando una sensación profunda de vergüenza. Máxime siendo ellos quienes forman y educan. Los maestros como trabajadores y como educadores confunden una jornada histórica de lucha por una de fiesta.

Este artículo pretende, humildemente, recuperar la memoria perdida y confundida. Y colaborar por el reclamo, aún hoy, de la reducción de la jornada de trabajo y la dignificación de los trabajadores y sus ideales.



Los mártires de Chicago.

La permanente presión de los sindicatos, y fundamentalmente los movimientos huelguísticos, hicieron que el Congreso norteamericano votara en 1868 una ley que reducía la jornada de los trabajadores públicos y la fijaba en ocho horas. Sin embargo, la actividad privada se caracterizaba por jornadas de once y doce horas.

Ya constituida la Federación Americana del Trabajo (AFL), en su congreso de 1884 aprobó una histórica resolución: las organizaciones obreras de Estados Unidos y Canadá se comprometían a conquistar la jornada de ocho horas para todos los trabajadores. Elijen como fecha el 1º de Mayo de 1886. Fecha que resultará histórica.

El 1º de Mayo de 1886 paró a 200.000 trabajadores norteamericanos que pedían por la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas. En diversos puntos de aquel país se produjeron disturbios, represión policial y muerte de trabajadores. Pero el máximo de arbitrariedad y terror sucedió días después en Chicago, que por aquel entonces era la segunda ciudad de EE.UU. y el centro de acción del anarquismo más importante de aquel país.

La huelga iniciada el 1º de Mayo continuó durante los días subsiguientes. Unos cuarenta mil huelguistas se veían afectados por los despidos en masa y la acción de los rompeehuelgas. El drama empezó el 3 de mayo, frente a las puertas de las fábricas Mc Cormick. En la entrada al establecimiento se realizaba una asamblea de trabajadores madereros, para elegir una comisión de huelga para entrevistarse con la patronal. Las escaramuzas se iniciaron con los rompehuelgas, pero finalmente apareció la policía disparando a mansalva contra los trabajadores: esa jornada terminó con por lo menos 6 muertos y 50 heridos.

Al día siguiente, el 4 de mayo, en una plaza de Chicago, la Haymarket Squere, se realiza un acto. Hacen uso de la palabra varios dirigentes anarquistas. Para evitar enfrentamientos, se había pedido autorización. Hasta el mismo Alcalde presenció el acto para verificar cualquier anormalidad. Casi finalizado el encuentro, la amenaza de lluvia invita a la retirada de los casi 3.000 asistentes. Solo los organizadores y un reducido grupo de trabajadores quedan próximos al improvisado palco. En ese instante, se hacen presentes 180 policías. Empieza el desastre.

Una bomba vuela por detrás del palco, explota y mata e hiere a ocho policías. Quien arrojó la bomba nunca fue juzgado. Se supone que se trató de un provocador. Rubén Iscaro en su libro sobre el 1º de Mayo afirma: “Tiempo después del proceso que se le siguió se descubrió el origen policial y patronal de la bomba [...]”.

Lo que si es cierto que esa bomba desató un infierno: tiros a mansalva, detenciones, torturas, clausuras de periódicos obreros, represión generalizada. La gran oportunidad para descabezar al movimiento anarquista de Chicago, mayoritariamente compuesto por inmigrantes europeos. "esa basura europea que abusa de nuestra hospitalidad", dirá la prensa.

La detención y proceso a 8 dirigentes es el principio del fin de aquel drama que aún hoy conmueve. El juicio fué viciado, burdo, fraudulento y predeterminado: la muerte de los dirigentes anarquistas, era su objetivo. Poco se podía hacer. Había que hacer pagar a aquellos que cuestionaban el orden constituido, hacerles pagar por sus principios, convicciones e ideología.

El proceso obvió determinar al responsable material del arrojo de la bomba, cosa que pudo hacerse, pero centró sus esfuerzos en justificar la horca para los ideólogos de una prédica desestabilizadora del orden socialmente injusto que significaba el poderoso sistema económico norteamericano.

El 28 de agosto se da a conocer el veredicto: siete de los acusados son condenados a la horca, el restante a 15 años de prisión. Se sucedieron apelaciones, nuevos alegatos y pedidos de clemencia, todo en vano. Llegado el momento de la ejecución solo cuatro de los siete condenados llegaron al patíbulo. Dos habían recibido el beneficio del cambio de condena, a pesar de su deseo de ser ejecutados con sus compañeros. Sin embargo ese cambio de condena los beneficiaria años después cuando llegó la reparación histórica. Peor fue el destino del anarquista Lingg, uno de los condenados al patíbulo. Se le fraguó un suicidio. Lingg murió en su celda, al estallarle una bomba fabricada con dinamita en su boca. Se creé que podía denunciar frente a los testigos de la ejecución y la prensa, los nombres de los provocadores y del autor material del atentado del 4 de mayo.

El 11 de noviembre de 1886 se cumplió el patético hecho. Los anarquistas Spies, Ficher, Engels y Parson murieron injustamente ahorcados. Sus convicciones les dieron fuerzas hasta el último suspiro. Sus últimas palabras son aún hoy escuchadas:

- Viva la anarquía! este es el momento más feliz de mi vida!

- Dejadme hablar! Dejad que se escuche la voz del pueblo!

- Tiempo llegará en que nuestro silencio será más poderoso que las voces que hoy vosotros estranguláis!

En 1893, llegó la reparación tardía para los dirigentes anarquistas ahorcados. Altgeld, Gobernador de Illinois, apenas asumió a su cargo se ocupó de revisar el proceso: 60.000 firmas se lo pedían. El 26 de Junio de 1893, les fué otorgado el "perdón absoluto" a los ejecutados y a los tres presos aún con vida; la revisión del proceso no dejaba dudas, se había tratado de un proceso fraudulento.

Durante Julio de 1889, se realizan en París, dos Congresos Internacionales Socialistas Obreros. Uno de ellos, denominado marxista sentó las bases para crear la Segunda Internacional Socialista. En él se resolvió a propuesta del francés Raymond Lavigne que: "Se organizará una gran manifestación internacional con fecha fija de manera que, todos los países y ciudades a la vez, el mismo día convenido, los trabajadores intimen a los poderes públicos a reducir legalmente a ocho horas de trabajo y aplicar otras resoluciones del Congreso Internacional de París.

Visto que una manifestación semejante ya ha sido decidida por la AFL para el 1º de Mayo de 1890 en su Congreso de diciembre de 1888, se adopta esa fecha para la manifestación internacional. Los trabajadores de las distintas naciones llevarán a cabo esta manifestación en las condiciones impuestas por la especial situación de su país.



El 1o de Mayo de 1890, en Argentina.

Emigrados alemanes que habían llegado al país escapando de las persecuciones del gobierno de Bismarck, fundaron en 1882 el Club Vorwärts. Un puñado de obreros, intelectuales y políticos alemanes de ideas socialistas e internacionalistas desde aquel Club participaron activamente en el surgimiento y desarrollo del movimiento obrero y en la fundación de las organizaciones políticas de izquierda.

El Club estuvo representado en el Congreso Internacional Obrero que fundó la Segunda Internacional y que se reunió en París en 1889, a tal efecto viajó Alejo Peyret. Además se designó como delegado del Vorwärts a Wilhelm Liebknecht (2).

De acuerdo con las resoluciones de dicho Congreso, se debería organizar también en la Argentina el 1º de Mayo de 1890 la conmemoración de los mártires de Chicago con la demanda de la jornada de ocho horas. Al tratarse de una realización simultánea de mítines en todo el mundo sería un símbolo de la solidaridad internacional del proletariado.

El Club Vorwärts, fué el impulsor de aquella jornada. El incipiente movimiento obrero de fines de siglo XIX, estaba conducido por socialistas y anarquistas. Como dijimos, el Vorwärts era esencialmente una agrupación socialista e interesado por impulsar las prácticas socialdemócratas europeas, es decir fundamentalmente una acción parlamentaria. Sin embargo, los anarquistas y sus organizaciones son convocados y participan plenamente de la preparación del acto del 1º de Mayo.

El Vorwärts formó una comisión con la finalidad de ponerse en contacto con otras organizaciones obreras existentes, para resolver en común acuerdo las medidas organizativas. Se invitó para el Domingo 30 de Marzo, a las 14.00 horas, en el local del club, en la calle Comercio (hoy Humberto Iº) 880.

En aquella reunión (3) se formó el Comité Obrero Internacional, con las siguientes tareas a realizar:

1. Conmemorar el 1º de Mayo con un mitin a realizar en el Prado Español (hoy Avenida Quintana, entre Ayacucho y Junín)

2. Crear un Federación de Obreros

3. Editar un periódico

4. Dirigir un petitorio al Congreso Nacional, solicitando la sanción de leyes obreras.



Primera celebración del 1 de Mayo.

Algunos industriales se proponen desmoralizar a los trabajadores con amenazas de despidos. No admiten -y para ello encuentran eco en algunos órganos de la prensa- que pueda evidenciarse en la Argentina los problemas que conmueven a las viejas estructuras sociales de Europa y el norte del continente americano.

En el Prado Español, como se lo habían propuesto sus organizadores, tiene lugar, pues, la conmemoración de la histórica fecha. El mitin, un día jueves y laborable, alcanza proporciones inesperadas para sus organizadores. Oradores españoles, italianos, franceses y alemanes, expresan al público su significado y alcance. “Junto con los oradores socialistas participaron algunos anarquistas, que aceptaron sumarse, aunque críticamente”, comenta Ricardo Falcón, para luego agregar “Sin embargo, los anarquistas ya no seguirán a los socialistas en los otros propósitos que se había fijado el COI. (4)”.

Varias son las agrupaciones que adhierieron, por medio de representantes, cartas o declaraciones, a la celebración de la fecha de los trabajadores. Ofrecemos la lista con la intensión de mostrar la composición de aquellas heroicas organizaciones: de Buenos Aires, Club Vorwärts, Sociedad Internacional de Carpinteros, Tipógrafos Alemanes, Sociedad Cosmopolita de Oficiales Sombrereros, Obreros Alemanes de la Ciudad de Buenos Aires, Sociedad Figli del Vesuvio, Sociedad Escandinavan Norden, Circolo Republicano F. Campanella, Sociedad de los Países Bajos, Unión Calabresa, Sociedad Italia Unita, Circolo Mandolinista Italiano, Círculo Republicano G. Mazzini, el Círculo Socialista Internacional, la Sociedad L'Ancora, Sociedad Italiana de Barracas, Sociedad Roma de Capilla, Centro Republicano Italiano, Alianza Republicana de Buenos Aires, Sociedad Cigarreros Unidos. De la Plata, Confederación Obrera Sudamericana (Región Argentina). De Esquina: Sociedad Italiana Unione e Benevolenza. De Lobos: Unione e Fratellanza. De Chivilcoy: Societá di Mutuo Socorso Italiana. De Pergamino: Forze Unite. De Capilla: Sociedad Italiana. De Rosario: Asamblea Internacional.

Se realizaron actos análogos en Rosario, Bahía Blanca y Chivilcoy.

Destaquemos el juicio de los diarios al día siguiente de la celebración del 1 de Mayo.

El diario La Prensa registra conceptos de algunos oradores. Señala el "oportuno y elocuente" discurso de Winiger, cuya reproducción lamenta no poder dar debido a la falta de espacio. Remarca la fe del orador en la causa del proletariado, para quien "la victoria del socialismo es cuestión de tiempo". Registra las resoluciones del mitin condenando las amenazas patronales de despedir del trabajo a los obreros participantes del acto y asevera que habíanse reunido entre 1.500 y 1.800 personas.

La Nación afirma que el mitin se inició con una concurrencia de 1.200 personas, "más bien más que menos". Unas 30 ocupaban las tribunas, "decoradas con una insignia punzó". Relata su desarrollo con cierta amplitud. Alude a un orador alemán (Winiger), cuyo nombre va a omitir, porque le "hace cosquillas en la lengua". En una explosión de inefable entusiasmo, agrega el cronista: "Había en la reunión poquísimos argentinos, de lo que me alegro mucho...".

La Patria dedícale una crónica saturada de ironías. "Todos los oradores -dice- hablaron en el sentido de que era necesario se aumentaran los salarios y se disminuyeran las horas de trabajo. Y ciertamente que esto es muy bueno. Casi estamos tentados también nosotros de declararnos socialistas para pedir lo que ellos piden...Eso de ganar más y trabajar menos, es algo que sobrepasa los límites de lo excelente...". El ambicioso cronista consigna que la concurrencia aplaudía mucho, cosa que no podían hacer ellos porque no entendían lo que decían los oradores... Su ironía tendía a evidenciar la condición extranjera de los oradores, así como también de los concurrentes.

El Nacional afirma que la celebración de la fecha había sido en Buenos Aires "descolorida y poco animada". Sin embargo, agrega, el Prado Español habíase visto concurrido. En los muchos discursos pronunciados -dice- apareció "bien dibujada las diferencias que aquí, como en todas partes, dividen a los socialistas en dos grupos: los anarquistas y los socialistas propiamente dicho". Muchos obreros, con quienes habrían conversado sus redactores -en su mayoría socialistas alemanes- atribuíanle a esta circunstancia la escasa concurrencia.

El Diario, por su parte, refiérese al elocuente discurso de Winiger. Destaca las resoluciones votadas y enumera las entidades participantes.



Las otras tres tareas del COI.

Petitorio elevado en 1890 al Congreso Nacional.

Previa a la jornada del 1º de Mayo se recolectaron las aspiraciones de los obreros que suscriben una nota individualmente -alrededor de 7000 firmas-, en la que solicitan al cuerpo legislativo que esas aspiraciones se conviertan en un cuerpo de leyes. Conforme a lo proclamado por el mitin, es presentada inmediatamente al Congreso. Pero su mesa de entradas, pretextando que no iba en papel sellado, la rechaza. Cuando, finalmente decide recibirla, las autoridades de la Cámara la giran a la Comisión de Legislación. Un diputado, llamado Ayarragaray, dictará un informe y nada más. Tanto él como los que oyeron ese informe ignoraban estar frente a un hito histórico, un momento muy especial de la historia social argentina.

El petitorio obrero dormirá eterno sueño. La Cámara jamás abordará su estudio. Las razones son obvias. Los trabajadores carecían de una fuerte organización y los diputados no distraerían su tiempo en el estudio de problemas exóticos, extraños a sus preocupaciones oligárquicas. La solicitud obrera aparecía ante sus ojos como contraria a los intereses de la clase de la que eran sus típicos y genuinos representantes. Aquellas peticiones fueron llamadas “extranjerizantes”. Augusto Kühn, protagonista e historiador de esas jornadas defiende a esos maravillosos extranjeros: “Prácticamente dejaron de ser extranjeros en el instante en que se aprestaron a luchar por el mejoramiento de las condiciones de vida del proletariado argentino y por el progreso institucional de la República”.

Las exigencias del petitorio elevado en 1890 al Congreso Nacional por el COI, eran las siguientes:

1. Limitación de la jornada de trabajo a un máximo de ocho horas para los adultos.

2. Prohibición del trabajo de los niños menores de catorce años y reducción de la jornada a seis horas para los jovenes de ambos sexos de catorce a dieciocho.

3. Prohibición del trabajo de noche, exceptuando ciertos ramos de industria cuya naturaleza exige un funcionamiento no interrumpido.

4. Prohibición del trabajo de la mujer en todos los ramos de industria que afecten su particularidad al órgano femenino.

5. Abolición del trabajo de noche para la mujer y para los obreros menores de dieciocho años

6. Descanso no interrumpido de treinta y seis horas por lo menos cada semana, para todos los trabajadores.

7. Prohibición de cierto genero de industrias y ciertos sistemas de fabricación perjudiciales a la salud de los trabajadores.

8. Prohibición del trabajo a destajo y por subasta.

9. Inspección minuciosa de talleres y fabricas por delegados remunerados por el Estado, elegidos, al menos la mitad, por los mismos trabajadores.

10. Inspección sanitaria y enérgica de las habitaciones; vigilancia rigurosa sobre la fabricación y venta de bebidas y demás alimentos, castigando severamente a los fabricantes falsificadores.

11. Seguro obligatorio de los obreros contra accidentes, a expensas de los empresarios y del Estado.

12. Creación de tribunales especiales compuestos de árbitros nombrados en parte por los obreros, y en parte por los patrones, los cuales se dediquen a la solución pronta y gratuita de todas las cuestiones entre obreros y patrones.


Como se ve, el petitorio de doce puntos, que giran alrededor de dos ideas:

* las condiciones de trabajo - jornada laboral y descanso semanal, trabajo de mujeres y niños, sistemas de fabricación perjudiciales para la salud, trabajo a destajo y por subasta, calidad de vida, etc. -.

* los roles sociales - fiscalización e inspección del estado, resarcimiento a cargo de los empresarios, instancias paritarias para trabajadores y empresarios -.


Este petitorio, sus doce puntos y sus dos ideas centrales nos hablan muy claro de los padecimientos, y de la percepción de los mismos, que tenían los trabajadores de Argentina hacia fines del siglo XIX. Estos encontraban que su cotidianidad, estaba signada por las largas horas de trabajo que llegaban en muchos casos hasta 16 diarias, la falta de descanso durante la semana, la inhumana vivienda a la que apenas podían acceder, los salarios miserables, etc. Frente a esto eran desplazados como tema por la clase política conservadora y liberal y para peor caracterizados como un tema policial o de seguridad.

Recordemos, finalmente que no existía lo que hoy podríamos llamar un Derecho Social o del Trabajo. Las relaciones de trabajo eran concebidas desde el principio jurídico de los Códigos Civil o de Comercio. De este modo hipócrita de entender una realidad, las luchas y reivindicaciones obreras eran obra de "...agitadores profesionales, que desde un tiempo a esta parte abundan...".

Los trabajadores no creían, ni encontraban las causas de sus males, en la desidia de sus patronos o en el desorden de un país joven y en expansión. No se trataba aquí de un problema de comprender, esperar y tener paciencia. No, se estaba sufriendo un brutal proceso de explotación. Eran demasiados los involucrados en esa situación, era evidente que se trataba de una clase dominante usufructuando a la otra.


“Un periódico que defendiese a los trabajadores: El Obrero”.

La publicación del periódico El Obrero, fué una importantísima actividad de los socialistas. Se empezó a publicar a partir del 12 de diciembre de 1890, y estuvo dirigido por un notable militante socialista alemán: el ingeniero Germán Ave Lallemant. La línea editorial del periódico apuntaba a constituir un polo de resistencia a través de la organización de una fuerte Federación Obrera y un partido político internacionalista de ofensiva al Estado Burgués. Sin embargo, la situación del movimiento obrero no acompaño al periódico, generándose situaciones de ahogo financiero, hasta que dejó de aparecer a fines de setiembre de 1892. Un mes antes de que se disuelva la primer Federación.


La primer federación de obreros

Pocas semanas después de la demostración del 1º de Mayo, el 29 de Junio, el COI luego consultar a sus organizaciones constituyentes crea la Federación de Trabajadores de la Región Argentina (FTRA). Apoyan esta iniciativa: Carpinteros, Cigarreros, Zapateros, Tipógrafos alemanes y Oficios Varios, y organizaciones obreras de Santa Fé, Rosario, Mendoza y Chascomús.

Cabe consignar que el 26 de Julio se produce el movimiento cívico-militar -la Revolución del Parque- contra el gobierno del presidente Juarez Celman. Este acontecimiento afectó las libertades públicas y perjudicó el funcionamiento de la Federación.

La Federación dictó y aprobó sus estatutos en 1891. Logró convocar un Congreso en ese año, ayudó a organizar nuevas asociaciones de obreros, peticionó a los poderes públicos y fué disuelta en 1892. Los socialistas cambiaron de táctica: empezaban a formar la idea de un partido político.


Notas:

(1) El General Justo José de Urquiza se pronunció frente al Brigadier Juan Manuel de Rosas, el 1º de Mayo de 1851. Dos años después, los convencionales en la Constitución de Santa Fé, eligieron esa fecha para suscribir la Constitución Nacional. En las escuelas, se suele recordar esta fecha como el “Día de la Constitución”.

(2) Alejo Peyret, era francés y fué profesor en colegios de Buenos Aires, Concepción del Uruguay y Montevideo. Fué además periodista y escritor. Wilhelm Liebknecht fué fundador, en 1875, del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Su hijo, Karl, junto a Rosa Luxemburgo, crearon la Liga Espartaco, ala revolucionaria de la socialdemocracia alemana. Ambos murieron asesinados en 1919, y todos los indicios apuntan al SPD, significando para este partido una enorme mancha negra en su historia.

(3) Rubén Iscaro rescata la profundidad y minuciosidad con que se debatió la forma de encarar la jurnada de lucha y protesta, además nos enseña “Cada una de las proposiciones es discutida con detenimiento, lo cual resulta lógico, si se considera que todas esas iniciativas eran completamente novedosas, inéditas, no puestas nunca en práctica en el país hasta ese momento”.

(4) Ricardo Falcón. Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899). Centro Editor de américa Latina, Buenos Aires, 1984.


Bibliografía.

“Los mártires de Chicago” de Gregorio Selser; “Los orígenes del movimiento obrero argentino” de Hugo del Campo. En Historia del Movimiento Obrero. Centro Editor de américa Latina, Buenos Aires, 1984.

Alfredo López. Historia del movimiento social y la clase obrera argentina. Editorial programa, Buenos Aires, 1971.

Sebastián Marotta. El movimiento sindical argentino. Ediciones Líbera, Buenos Aires, 1961.

Rubén Iscaro. Breve historia del 1º de Mayo. Editorial Anteo, Buenos Aires, 1961.

Ricardo Falcón. Los orígenes del movimiento obrero (1857-1899). Centro Editor de américa Latina, Buenos Aires, 1984.

Alfredo Bauer. La Asociación Vorwärts y la lucha democrática en la Argentina. Editorial Legasa, Buenos Aires, 1984.

sábado, 5 de septiembre de 2009

SOBRE EL TIEMPO Y EL TIEMPO DE TRABAJO - CAPÍTULO 7


La mano de Dios.

Tiempo, Universo y existencia.


por Bruno Pedro De Alto


“Las dudas, en materia de religión, lejos de ser actos de impiedad, deben considerarse como buenas obras, cuando proceden de un hombre que reconoce humildemente su ignorancia, y cuando nacen del temor de ser desagradable a Dios por el abuso de la razón.”

Denis Diderot (1)


Diderot, que junto a D’Alambert realizaron La Enciclopedia, monumental obra que pretendía la recopilación de todos los conocimientos de su época, era un apasionado, como todos los enciclopedistas, con los avances del conocimiento basados en la razón, el estudio de la naturaleza, la investigación y la búsqueda de los fenómenos objetivos; pero también incansable combatiente de las supersticiones, las creencias, los mitos y las religiones. Este filósofo francés, nacido en 1713, sintetiza el avance de las explicaciones científicas sobre el mundo y el universo, y del retroceso de las explicaciones religiosas, en especial la cristiana. Decía: “Los hechos que sirven de apoyo a las religiones son antiguos y maravillosos, es decir, lo más sospechosos posible para probar la cosa más increíble” (2).


El ideario moderno de la ciencia moderna hunde sus raíces en la Europa medieval, pero ha surgido bajo la influencia de los filósofos griegos. Estos creían profundamente en la fuerza del razonamiento sistemático, que al hombre le es posible descubrir la esencia del cosmos mediante el pensamiento lógico. Algunos, entre ellos Pitágoras, pensaban que el universo era matemático por naturaleza y que sólo se necesitaría desarrollar y perfeccionar las matemáticas para poder explicar todos sus secretos.


Por su parte, la teología judeocristiana aportó la idea de un Dios transcendente que creó el mundo y le impuso sus leyes. Luego, esta imagen fué tomada por el cristianismo. Desde esta perspectiva, la evolución del universo es comprensible: comienza con la creación y se desarrolla hasta alcanzar un estado definitivo. De modo que los acontecimientos y procesos ocurridos en la naturaleza aparecen como parte del plan divino.


Tomás de Aquino, en su doctrina imaginaba a Dios como algo perfecto y racional; es decir, consciente. Este Dios habría creado el universo como signo de su inteligencia superior.


Cuando Isaac Newton y sus contemporáneos del siglo XVII crearon los fundamentos de la física, estaban convencidos de que con sus descubrimientos seguían las huellas de Dios y de sus obras. Para él, el Tiempo Absoluto era una concepción de carácter teológico. Sus afirmaciones se basaban en la creencia de la Divinidad: “Dios, por existir siempre y en cualquier lugar, constituye la Duración y el Espacio”.


Cuando entre 1927 y 1933 Georges Henri Lemaître, un sacerdote belga dedicado a la astronomía planteó la idea original del Big Bang, una gran explosión que dió origen al mundo, la Iglesia Católica dió un suspiro: ése fué el momento de la Creación y, por lo tanto, obra de Dios.


En efecto, existe un paralelismo entre el Big Bang como hecho y la noción cristiana de la Creación a partir de la nada. En realidad la creación a partir de la nada no aparece en la Biblia, pero fué formulada más tarde para excluir la enseñanza gnóstica de que la materia es perversa, el producto de un ser inferior, no el trabajo de Dios. Al respecto es significativo que en 1951 el Papa Pío XII invocara la teoría del Big Bang: "Los científicos están comenzando a encontrar los dedos de Dios en la creación del universo".


Grandes sectores de la sociedad presta atención a las teorías científicas, sabe que se trata de ciencia, pero quiere que sea algo más que eso. En la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que tuvo lugar en Boston en 1993, una de las sesiones se dedicó a tratar El significado teológico de la cosmología del Big Bang. Los científicos y teólogos estudiaron conexiones entre la ciencia fundamental del Big Bang como está descrito por la teoría corriente, y la historia cristiana de la Creación (3).


El prestigioso astrónomo Stephen Hawking, relata un encuentro suyo con Juan Pablo II: “Mi interés por el origen y destino del universo se reavivó en 1981, cuando asistí a una conferencia sobre cosmología en el Vaticano. Después, nos fué concedida una audiencia con el Papa, que estaba aún recuperándose de un atentado contra su vida. Nos dijo que era correcto estudiar la evolución del universo después del Big Bang, pero no debíamos indagar sobre la Gran explosión en sí, porque ése fué el momento de la Creación y, por lo tanto, obra de Dios” (4). Sin embargo Hawking, en ese momento ya estaba especulando con la posibilidad de que Dios no tuviera un rol preponderante en el inicio del Universo. En aquella conferencia, en el momento de la entrevista el Papa no conocía el contenido de la intervención del científico, Hawking planteó la posibilidad de que el espacio-tiempo fuera finito pero que no tuviera frontera, como una esfera que tiene superficie, pero no bordes. Aquello significa que no hubo un comienzo.


Continúa diciendo el científico norteamericano: “La mayoría de la gente ha llegado a creer que a Dios permite evolucionar al universo según un conjunto de leyes, sin intervenir en él para quebrantarlas. No obstante, seguiría siendo asunto divino dar cuerda al reloj y elegir el momento de ponerlo en marcha. Mientras el universo tenga un comienzo, podremos suponer que tuvo un creador. Pero si el cosmos, en efecto, se contiene en sí mismo, ¿hay lugar para un sumo Hacedor?” (5)


La validez de las religiones queda nuevamente atrapada por las explicaciones científicas, sin embargo es el mismo Hawking que se permite dar un salto aún más atrevido: “Si la respuesta de la ausencia de límites es correcta, no tuvo ninguna libertad (el Hacedor) para escoger las condiciones iniciales. Solo pudo elegir las leyes que regirían su magistral obra. Sin embargo, es posible que no hubiera tal elección. En realidad, puede que exista sólo una teoría unificada que permita la existencia de estructuras tan complicadas como los seres humanos, individuos tan capaces de investigar las leyes del universo y preguntarse sobre la naturaleza de Dios”. (6)


Por cierto es posible explicar la conciencia de los seres humanos a partir de la existencia de la materia. Podríamos afirmar que la materia llegó al mundo, a partir del Big Bang, mediante la transformación de fotones en partículas elementales, procedentes de Dios (o no) para que la vida, la evolución, la conciencia y el tiempo pudieran desarrollarse. Sin sucesos no hay tiempo; sin tiempo no hay noción; sin noción, no hay conciencia, y sin conciencia, no hay evolución. Más aún, el argumento de que sin tiempo no hay conciencia lo expresa Einstein.


Especula que los seres luminosos carecen de conciencia, porque no viven en absoluto. El tiempo no pasa para ellos. Mientras el universo a su alrededor se precipita a una muerte inexorable, las partículas luminosas están congeladas en una burbuja de tiempo. El Premio Nóbel se permite dudar ¿Será algún modo de inmortalidad?


La ciencia, en definitiva sus hombres, según sus avances, deseos, retrocesos y prejuicios, se ha subordinado, ha incluido y ha rechazado a la religión.


Paul Davis (7) nos estremece, nos hace dudar como diría el bueno de Diderot. Expresa de una bella manera, y además científica, la posibilidad, a pesar de todo, de un Dios Creador: “Yo creo que la coincidencia entre seres racionales, capaces de pensar matemáticamente, y la estructura matemática de su mundo es tan improbable que tiene que ser única. La relación descrita entre matemática y mundo natural nos proporciona una cadena de pruebas en favor de que la inteligencia no ha surgido casualmente en el universo, sino que es propiedad fundamental de éste. [...] desde algún tiempo, los científicos han percibido que nuestra existencia depende con una gran exactitud de toda una serie de circunstancias evidentemente felices. [...] Sólo en un universo con leyes y condiciones como las que se dan efectivamente en el nuestro podrían surgir seres racionales y preguntarse luego por el sentido de la vida.


De un modo extraño, quizá por caminos inescrutables, parece que hubo algo o alguien que quiso que los humanos estuviéramos aquí.”


Notas:

(1). Denis Diderot. Obras filosóficas completas. Editorial Cía. Argentina de Editores, Buenos Aires, 1962.

(2) Idem.

(3) Georges Smoot. Arrugas en el tiempo. P&J. 1994.

(4) Stephen Hawking. Historia del tiempo. Una guía para el lector. Recopilado por Gene Stone. Editorial P&J. Barcelona, 1993.

(5) Idem.

(6) Idem.

(7) Paul Davies. La mente de Dios. Editorial P&J, Barcelona, 1994. Davies es Profesor de Física Teórica en la Universidad de Adelaida, EE.UU.