sábado, 20 de septiembre de 2014

Aportes para el País deseado (#3.)



Por Bruno Pedro De Alto
Nivel y calidad del empleo.

En materia de empleo, la verificación del éxito del Modelo de Industrialización con Inclusión, vía creación de puestos de trabajo por reactivación industrial (2003 – 2014) versus la pérdida de puestos de trabajo por imperio de políticas del monetarismo (1976 – 2001), sin duda es significativa. El modelo ha creado 2,5 millones de puestos de trabajo y descendido la desocupación desde un récord del 25% a un nivel de alrededor del 7% - 6,5%, logrado ya en el año 2007 (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social). Sin embargo ese nivel se muestra constituyéndose como un piso difícil de perforar; que a su vez es un piso alto para ser logro de un modelo con inclusión. Por el problema se agrava si se analiza la naturaleza y calidad de los puestos de trabajo creados: la duplicación del PBI implicó un mayor crecimiento relativo de los servicios y sectores primarios frente a los sectores industriales, que es donde se encuentran la mayor presencia de empleos formales, sindicalizados y con servicios sociales.

Observando la estructura ocupacional argentina según estrato de productividad, la fragmentación en sectores laborales de acuerdo al tipo de actividad económica señala que solo 1 de cada 10 trabajadores en actividad se inserta en un primer estrato productivo cercano en productividad a la frontera internacional (estrato “capitalismo desarrollado”). Corresponde a grandes empresas con más de 500 empleados y a empresas grandes y medianas de entre 200 y 500 empleados y a profesionales universitarios independientes (Fuente El Rompecabezas Productivo Argentino – CEU / UIA. 2012).

El segundo estrato suma 5,5 de cada 10 trabajadores en actividad (estrato “capitalismo en vías de desarrollo “) y es conformado principalmente por empresas medianas, pequeñas de productividad media y no asalariados calificados y trabajadores independientes con nivel medio o medio-alto de educación.

En el tercer segmento incluye a 3,5 de cada 10 trabajadores en actividad (estrato sector informal) que se insertan los puestos de trabajo generados hacia dentro de pequeñas y micro empresas de baja productividad, micro establecimientos, actividades de subsistencia, servicio doméstico y planes sociales.

El comportamiento del empleo no registrado – que atraviesa principalmente el segundo y tercer estrato citado anteriormente - ha tenido avances pues se ha reducido: desde fines de 2003 con una cifra cercana al 50 % se ha reducido al 35,5 % en el tercer trimestre de 2012. Pero son porcentajes aún elevados. Es importante tener en cuenta que éste es un colectivo sumamente heterogéneo. Encuestas realizadas por el Ministerio de Trabajo muestran que un 25 por ciento de los asalariados no registrados se desempeñan en unidades productivas formales (con alguno de sus trabajadores registrados); un 47 por ciento lo hacen en unidades productivas informales (con todos sus trabajadores en esa condición) y un 27 por ciento se desempeña en hogares, en especial trabajo doméstico. Así planteado, se trata de un problema no asumido y en algún caso sostenido tanto por el Estado, como por los empresarios, sindicatos y las clases medias y altas. Las razones barren el espectro político, económico y cultural.


Entre quienes aparecen como trabajadores con empleo, figuran aquellos que conforman el Plan Argentina Trabaja. No es fácil determinar la cantidad de personas que pertenecen a este colectivo. Hay quienes estiman que se trata de alrededor de 150.000 trabajadores. No importa tanto esa cantidad, ni el nivel bajo de sus remuneraciones pues siempre se presentaron como ingresos de subsistencia; sino la serias dificultades que se ha tenido el Estado para constituirlos como verdaderas unidades económicas dentro del sistema cooperativo productivo y no dentro del sistema de desarrollo social como están hoy incluidos en el Presupuesto Nacional.