martes, 25 de diciembre de 2007

Ceferino Beato

Ceferino Namuncurá fue durante casi 100 años un santo pagano. Tenía el lugar que le daba la gente, en especial la más pobre. Hoy la iglesia católica lo integra y está a un paso del santoral, pero dicha integración ha sido también un abandono a sus orígenes.


Por Bruno Pedro De Alto


1. Durante el mes de octubre del 2007, el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Bertone, enviado por el Papa Benedicto XVI, y el presidente del Episcopado, cardenal Bergoglio, presidieron en Chimpay, Río Negro, la ceremonia en la que Ceferino Namuncurá fue declarado beato (el paso anterior a la santificación). Esto luego de los esfuerzos que por décadas que había hecho la congregación salesiana en la Argentina para lograrlo.

Ceferino es presentado como un símbolo para el pueblo mapuche, expresa la nueva identidad del pueblo que incorporó símbolos y valores cristianos, reinterpretándolos desde su propia experiencia.

El fervor popular en todo el país por la beatificación de Ceferino creció desde que se anunció en el 2006, que el proceso para su proclamación había ingresado en la recta final y, particularmente cuando la Santa Sede reconoció un milagro - el último requisito - atribuido a su intercesión.

Una estimación de 60.000 personas, de los más diversos puntos de la geografía nacional asistieron a la ceremonia en la que fué proclamado. Ésta combinó los rituales mapuches con la liturgia católica, Ceferino fue declarado beato poco más de un siglo después de su muerte, ocurrida en Roma cuando tenía 18 años.

Los representantes de la comunidad mapuche, con sus atuendos típicos, fueron quienes pidieran en su lengua la beatificación de su antecesor.

Es evidente que la beatificación de Ceferino permitió recordar su enorme popularidad. Un joven, de origen araucano y que no realizó ningún hecho grandilocuente había calado muy hondo en la sensibilidad de los católicos argentinos.

2. Argentina ya tiene un santo: Héctor Antonio Valdivielso Sáez (San Héctor) que si bien nace en Argentina, pero con apenas 5 años su familia lo lleva a España y allí desarrolla su vida sacerdotal hasta que muere a los 24 años en un violente hecho de la guerra civil española.

Sin embargo la posibilidad de la reciente beatificación y futura santificación de Ceferino abre otro fervor.

Ceferino era hijo de Manuel Namuncurá, cacique de origen araucano chileno. Su resistencia a los embates del ejército, su lucha por la tierra, son todavía hoy orgullo de sus descendientes.

Manuel había reconocido la soberanía argentina, quería que se cumplieran los tratados y que su comunidad tuviera un lugar digno para vivir.

Pero a través de las derrotas el poder de Namuncurá queda reducido a casi nada y se entrega finalmente en la localidad neuquina de Ñorquín - siguiendo el consejo del misionero salesiano Domingo Milanesio – en 1884.

El cacique depuso las armas y evitó a los pocos indígenas que quedaban del exterminio total a cambio de una promesa de que les iban a entregar tierras - el Congreso le otorgó 8 leguas en Chimpay - pero en realidad le terminaron asignando una pequeña porción de tierra en una agreste zona cordillerana

Hasta el día de hoy los descendientes de Namuncurá y toda su gente, esperan las tierras prometidas.

Ceferino nació en 1886 y alcanza notoriedad al convertirse a la religión católica, dejando la religión araucana. Ésta se basa en el culto a los antepasados, encarnado en el Pillán, entidad que no tiene categoría de dios o de demonio, sino de progenitor.

Manuel ya viejo y humillado, sin poder aliviar a su gente hambrienta, envía a Ceferino a Buenos Aires a estudiar. Esto atrajo el interés de la iglesia, que lo veía como un símbolo de integración y como una esperanza para los pueblos indígenas. Asimismo, representaba la derrota definitiva del indigenismo: La conversión al catolicismo de Ceferino se podía ver como la rendición total de los mapuches.

Esa tarea es encomendada al vicario de la Patagonia, monseñor Cagliero. Previo paso por una escuela estatal de Tigre, Ceferino finalmente recala en el colegio Pío IX, del barrio porteño de Almagro.

Por entonces, los problemas de salud comenzaron a manifestarse en Ceferino. La tuberculosis llevó a que lo trasladaran a un colegio de Viedma, en febrero de 1904. Pero como empeoraba, y aprovechando un viaje a Roma, Cagliero decide llevarlo, pensando que el clima de Italia podría sentarle mejor.

Sabemos de su maestro italiano, el padre Zuretti, que: "Quería ser sacerdote para dedicar su vida a sus paisanos. Tenía gran veneración a Evangelio, que él quería difundir entre sus contemporáneos. Siempre sonriente y con un gran carácter, siempre la misma calma, la misma dulzura, la misma bondad de alma... Había perdonado de corazón las armas que habían combatido a su gente".

Ceferino, como proyecto de integración, debió ser muy importante para Roma: poco antes de morir fue recibido por el Papa Pío X.

Ceferino sumaba a su enfermedad otros sufrimientos. Además del padecimiento de su pueblo, la ausencia de su madre, separada de su padre, la incomprensión de los blancos y el aislamiento de sus compañeros, temerosos de contagiarse. En marzo de 1905 ingresa a un hospital romano. Le dicen que rezan por su salud, pero él pide que lo hagan por la salvación de su alma. El 1º de mayo, Ceferino muere.

3.La iglesia católica le abre una puerta a Ceferino, y lo eleva a sus máximas categorías. Lo integra sin remarcar demasiado que había dejado su religión y tomado la cristiana. Le permite exponer su vestimenta y su origen araucano. Pero no difunde sus creencias originales: el culto a los antepasados.

Esos antepasados fueron masacrados y perseguidos a causa de defender sus tierras. La integración propuesta ha sido también un abandono. Para ser parte de una religión se debió abandonar otra, la propia. Hay una religión ganadora y otra derrotada. El converso pidió la primera, y se la han dado con todos los honores.

Quienes lo veneran no se interesan tanto en los aspectos cristianos más formales, pareciera que la popularidad y devoción a Ceferino resiste por la memoria colectiva de la gente patagónica: se trata de un joven de origen humilde y sufrido que porta una raza humillada y derrotada y que acoge con éxito las peticiones de ayuda divina.

Su estatura

Por Bruno Pedro De Alto

escrito un día de 1999


En el living de mi casa, las ventanas centrales son particulares. Digamos que empiezan desde el techo hacia abajo, lo cual hace que la pared no tenga interrupciones desde el piso hasta la parte baja de la ventana. El resultado es una buena combinación entre luminosidad e intimidad.

Esa intimidad se pierde si yo me paro sobre el sofá (que en realidad es una cama con almohadones). En efecto, mi cabeza llega a la altura de las ventanas y logro mirar hacia afuera.

Será por esa razón que me sorprendió descubrir su estatura cuando ella se subió al sofá (cama) para mostrarme su cuerpo en una imaginaria sesión fotográfica, su altura iba desde la parte inferior de la ventana hasta la parte superior del mueble, lo que equivale a un poco más de 1,60 metros. Esa noche, además de conocer su piel descubrí su altura, que meses anteriores yo la había definido como “ni alta, ni baja”.

La luminosidad de esas ventanas, aun de noche, vestían sus poses. Es curioso, cuando quiero pacificar mis recuerdos, vuelvo a su imagen recortada por la escasa luz del lugar y vestida solamente por una intensa confianza.