La (in)puntualidad.
por Bruno Pedro De Alto
Una de las características que me permito en la autodefinición es la de ser puntual. Si bien es cierto que parecería que es un bien que se pierde, como la vista y el pelo. La acumulación de tareas, el cansancio, el tránsito, las distancias, el olvido… son factores que vamos sumando con el tiempo y atacan la virtud.
El truco para ser puntual está en la hora de decidir cuando salir a la cita. Anteponer el tiempo estimado de viaje y ya está!
Pero ello no es tan fácil para todos. Un buen amigo, que para no crucificarlo lo llamaré CC, solía armar la agenda con reuniones que solo se podía cumplir con teletransportación. Llegábamos tarde a todos lados, y no se hacía cargo!
Desde hace un tiempo largo que guardo una viñeta, un textito exquisito sobre la impuntualidad. Se los comparto.
“Esperando al impuntual. Por Piolín de Macramé[1].
La misión de los puntuales es la esperar a los impuntuales. La impuntualidad está llena de matices. Está el impuntual respetuoso de la publicidad. Llega tarde, pero pide disculpas. O miente una excusa… Que se le paró el reloj. Que el colectivo no llegaba. Además de impuntual es mentiroso. E imaginativo. O fantasioso. Tiene una recóndita sensación de culpa. Por eso el puntual debe ser magnánimo. Y recibir al impuntual con alegría. Creí que te había pasado algo. (Sonriente y expresivo.) Pero ya estás aquí. Que es lo importante. Telefoneé a tu casa varias veces. Me dijeron que ya habías salido para acá. Y me quedé tranquilo. Sea comprensivo con el impuntual. Y no le cree complejo de culpa. Pero dele cita en un café y lleve un libro. Que siempre es sano ocupar los ratos perdidos.
En algo cultural. Y mientras llega el impuntual no mire el reloj. A cada rato. Ni le diga al mozo: “Estoy esperando a un amigo. Creo que no le habrá pasado nada…” El mozo de café tiene alma de confidente ocasional. Pero ése es otro tema. Espero que esta nota salga puntual.”
[1] Piolín de Macramé es el seudónimo del doctor Florencio Escardó. (1904-1992). Se graduó de médico en 1929, en
7 comentarios:
UNA BUENA MEJORA ES EL CAMBIO DE TU FOTOGRAFIA.
EN CUANTO A "CC", LE AGREGO VOCALES Y NO PUEDO SABER QUIEN ES.
ARMANDO.
Gracias!
No se de que hablás con lo "CC"
Cuando la excesiva puntualidad se transforma en impuntualidad.
No hace mucho que ocurrió.
Cierta compañía daba un seminario relacionado con mi profesión. El evento tenía lugar en un hotel capitalino de 5 estrellas.
Firme, 15 minutos antes de la hora señalada, irrumpo en el hall del hotel, trajeado para la ocasión, creería que elegante, hasta con visible cadena del reloj de bolsillo.
Ladeando a la recepción, imposté un “buenas tardes” lacónico, sin dar lugar a respuesta y decididamente apunte a los ascensores. Nadie preguntó nada. Piso 4º. Allí vamos.
Controlo la facha en el espejo, como siempre, hermoso (¿?).
Se abre la puerta del ascensor y ……., nada, nada, ……..nada. Ni luces prendidas, ni asientos distribuidos, ni un cartel colgando de un piolín.
Meto la mano en el bolsillo interno del saco y observo la invitación, 18.30 hs. Bien. Piso 4º. Bien. Día 20 de Julio, Mal.
La excesiva puntualidad me jugó una mala pasada, ese día era 19. Faltaban 24 hs.
Discretamente, bajo con el ascensor y paso sin hacer mucho ruido por la recepción. Por suerte la distracción que les producían ciertos clientes les impidieron ver mi enrojecimiento facial.
Mañana será otro día, pero siempre puntual, muy puntual.
Mister Magoo
Me parace que aquí el tema no es la puntualidad. Es, digamos, otra cosa...
Pero está bueno a quien no le pasó?.
Gracias!
y se de algunos impuntuales que llegan tarde sencillamente porque odian esperar!
Llegué tres años tarde. Pero llegué. Y me gustó.
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