miércoles, 1 de febrero de 2012

Oscar Varsavsky.


por Bruno Pedro De Alto

El papá de Oscar Varsavsky (1) (1920 – 1976) llegó de Ucrania, junto a otros cuatro hermanos. Uno de esos hermanos será padre del también relevante científico Carlos Manuel Varsavsky. Los abuelos de Oscar eran una pareja como colonos judíos que en un principio fueron a Basavilbaso, en Entre Ríos. Warsavsky en idioma polaco quiere decir “de Varsovia” por lo que se deduce que su origen es de allí. Pero escrito con “v” en vez de “w” indica que en algún lugar del periplo entre Polonia y la rusa Ucrania el apellido fue modificado como Varsavsky.

Siendo muchachos, los padres de Oscar y de Carlos se mudaron desde Entre Ríos a Buenos Aires, instalándose en el barrio de Liniers. Ya adultos y padres, aunque tuvieron una pobre educación, lograron hogares con inquietudes de tal modo que los pequeños primos Varsavsky se criaron entre libros y música, y con un claro aprecio al socialismo que había liberado la patria paterna. Oscar, era casi doce años mayor, por ello, y por su talento, era admirado por Carlos. Esa diferencia de edad no permitió una relación cómplice, pero sus respectivas y descollantes trayectorias merecen analizar paralelos y divergencias.

En ambos casos, la estrategia familiar fue enviarlos a buenas escuelas. Oscar al Mariano Acosta en el barrio de Balvanera, cerca de la Plaza Miserere, y a Carlos al Colegio Nacional de Buenos Aires, a pocas cuadras de la Plaza de Mayo.

Oscar conoció a Rolando García y Manuel Sadosky estudiando en el Mariano Acosta que siendo unos años mayores que él mantuvieron una memorable sociedad de ideas para transformar la ciencia universitaria. Oscar era hosco, no tenía mucho interés por las cosas, decían en su entorno familiar que no arreglaba ni un enchufe, y que de jovencito le dijo a su padre ante la alternativa de trabajar en la ferretería familiar: “yo voy a seguir estudiando toda mi vida, porque lo único que me gusta es estudiar”.

Ingresa a la Universidad de Buenos Aires y se gradúa como doctor en Química en la Facultad de Ciencias Exactas. Viaja a EEUU para tomar una beca, pero tras un breve período regresa al país.

Es interesante destacar que su vida científica se inició en 1943, en el Laboratorio de Investigaciones Radiotécnicas de Philips en Buenos Aires. Oscar había estudiado Teoría de Circuitos y ese tema era el eje de la experiencia de investigación y desarrollo que la firma holandesa exilió a la Argentina durante la ocupación nazi de Holanda. Oscar pudo incorporarse al formidable equipo nacional que organizó el matemático Alberto González Domínguez junto al físico Andrea Levialdi (2) y ingeniero radiotécnico Humberto Ciancaglini.

El profesor Carlos Domingo (3), alumno y luego colega, cree ver en aquella breve experiencia de solo dos años en Philips una gran influencia en el cuerpo ideológico de Oscar, dado que apenas terminada la guerra la empresa levantó el laboratorio y dejó el país y se llevó los avances allí obtenidos: “Yo supongo que esto debió ser un golpe que lo marcó, que él se dio cuenta de que los estaban dirigiendo de afuera, y que la tecnología y todo lo que era la parte de la inteligencia y del desarrollo científico y todo eso iba a quedar siempre afuera”.

La riqueza del trabajo interdisciplinario por un lado, y que los países desarrollados investigan solo a su conveniencia, son elaboraciones conceptuales que el joven Oscar se llevó de Phillips para toda su vida y obra intelectual.

En la Facultad de Ciencias Exactas se desempeñaría luego en forma sucesiva como auxiliar de laboratorio de Fisicoquímica, jefe de trabajos prácticos de Análisis Matemático, profesor adjunto de Álgebra y Topología y profesor con dedicación exclusiva del Departamento de Matemática.

Por los problemas políticos entre el peronismo y la UBA, emigra en 1955 a Mendoza y trabaja en el Departamento de Investigaciones Científicas de la Universidad de Cuyo que continuaba funcionando en un alto nivel científico.

Tras su regreso a partir de 1958, su amigo Sadosky lo invita a formar parte del Instituto de Cálculo en 1960, liderando entonces dos de los siete grupos de trabajo que allí se formaron: de Economía Matemática, y de Investigación Operativa. De su labor en el primer grupo se destacó con una técnica nueva que implicaba el uso de la computadora para elaborar material proporcionado por estadísticas argentinas. Varsavsky desarrolló dos modelos económicos: MEIC-0 y MEIC-1. Los MEIC eran los Modelos Económicos del Instituto de Cálculo donde el 0 significaba el desarrollo del modelo sin el sector financiero y el 1 que lo incluía. Con estos trabajos se constituyó en uno de los de primeros especialistas mundiales en la elaboración de modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales. Seguramente en aquel momento se empezó a aplicar con la práctica, su concepto de los grupos característicamente interdisciplinarios para el abordaje científico de “los problemas grandes del país”, dado que esa era la característica del Instituto de Cálculo, con la convergencia de matemáticos, economistas, sociólogos, estadísticos, etc. Dirá en su libro Ciencia, Política y Cientificismo: “Esta interacción de disciplinas, que exige discusión, crítica y estímulo constante entre los investigadores, y permite que ideas y enfoques típicos de una rama de la ciencia se propaguen de manera natural a las demás, me parece una garantía de éxito”.

Poco antes del golpe de 1966, viajará Caracas, Venezuela junto a su esposa Marta. Allí encontrará un nuevo lugar para desarrollarse, el Centro de Estudios y Desarrollo (CEBDES) de la Universidad Central de Venezuela. Su figura y talento, ambos enormes, empezaron a ser también de Latinoamérica. Perú y Ecuador lo reciben, y deja su huella, colegas admirados y discípulos incondicionales. Sin embargo, Venezuela, será quién lo transforme en maestro descollante. Prueba de ello es el libro “Ciencia y Revolución: Homenaje a Oscar Varsavsky” que editó el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología de Venezuela, con motivo de la realización del III Coloquio Internacional Ciencia y Revolución: Homenaje a Oscar Varsavsky, realizado en Caracas en noviembre de 2007.

Dirá el Ministro de Ciencia y Tecnología Venezolano (4) en la apertura de aquel encuentro: “Los procesos universitarios de los años 60, produjeron una gran atracción para muchos jóvenes, aun para quienes todavía estudiábamos el bachillerato. Fue especialmente muy fuerte, en plena efervescencia de la renovación académica de la Facultad de Ciencias de la UCV, una charla a la cual asistimos, casi por pura casualidad, y que nos puso en contacto con ese extraño profesor, que hablaba de política y de ciencia al mismo tiempo. Ese extraño profesor concedía sentido a esa doble pasión de quienes estudiaban o aspirábamos estudiar carreras de las llamadas ciencias duras. Los profesores identificados con el hermoso movimiento de renovación académica no abundaban, de manera que no fuimos pocos los jóvenes que nos identificamos rápidamente con Oscar”.

Durante su estadía en Venezuela, ocurrió el golpe de 1966 y la ya citada “Noche de los Bastones Largos”. Entre otras iniciativas de resistencia, Manuel Sadosky frente a la desarticulación de la Facultad de Ciencias Exactas alentó la formación de espacios de trabajo y espacios de pensamiento crítico. En este último caso, junto a docentes y estudiantes creó un centro paralelo, el Centro de Estudios de Ciencias. Cuando Oscar Varsavsky regresó en 1968, y en esa instancia Sadosky alienta la incorporación de Oscar Varsasky.

Quién cuenta aquella instancia es Sara Rietti (5) “(…) impulsado por Manuel, se incorporó Oscar alrededor del que se fue nucleando un grupo entusiasta que progresivamente integró a figuras de trayectoria significativa, a la vez que se consolidaba el compromiso y la dedicación de sus miembros, conformándose lo que se llamó el Centro de Planificación Matemática (CPM) y condujo entre 1968 y 1976. Contemporáneamente, desde una editorial que tenía sede en el mismo espacio físico e ideológico, Oscar publicaba dos libros que nosotros sentíamos como propios (sólo por haber escuchado y compartido adelantos de su contenido: Proyectos Nacionales (1971) y más tarde Estilos Tecnológicos (1974), donde ya hay un registro de nuestra existencia como grupo (6)”

Y serán los libros de Ciencia y Política, ese doble riel discursivo con el que solía sorprender a sus interlocutores, donde Oscar deja su mayor huella.

Ciencia, política y cientificismo (1969); Proyectos nacionales (1971); Hacia una política científica nacional (1972); Estilos tecnológicos (1974), y Marco histórico constructivo para estilos sociales, proyectos nacionales y sus estrategias (1976) son ellos. Son libros que, como dice Pablo Kreimer (7), forman parte de una lucha, un debate, una polémica, y una toma de posición; en algún caso son portadores de un fuerte aroma «de época», y otros tienen, una sorprendente actualidad.

La propuesta es una ciencia politizada, la negación de la disociación entre el pensamiento científico y el político, y especialmente la crítica del mito de la «ciencia universal». Señala allí que los investigadores de los países subdesarrollados llegan a generar una «dependencia cultural total». Casi como hablando de hoy, Oscar habla del problema de los papers, la alienación de los investigadores, el modo en que se definen las agendas de investigación, el papel de los recursos económicos para la investigación científica, etc.

Oscar planteaba que en Latinoamérica debía encararse una forma desarrollo que él llamaba “estilo nacionalista y socialista” en detrimento del estilo neocolonial y del estilo desarrollista, porque la ciencia y la tecnología tiene que estar asociada a su impacto en la sociedad. Es decir, que no se trata de desarrollar tecnología para atender las demandas del mercado, sino que desarrollar las tecnologías que son necesarias y den sentido a la vida y satisfacciones desde el punto de vista del refuerzo de las identidades de los pueblos.

Y sobre ese punto se detuvo en definir que posiciones ideológicas deben tener los científicos para participar de ese estilo tecnológico:

“Dado el carácter francamente ideológico del contenido, es oportuno puntualizar que en toda discusión de este tipo la máxima simplificación que puede hacerse es considerar cuatro posiciones básicas:
• ‘Fósil’, o reaccionaria pura;
• ‘Totalitaria’, stalinista estereotipada;
• ‘Reformista’, defensora del sistema actual pero en su forma más moderna y perfeccionada, admitiendo las críticas ‘razonables’. Desarrollismo.
• ‘Rebelde’ o revolucionaria, intransigente ante los defectos del sistema y ansiosa por modificarlo a fondo.
Fósiles versus Totalitarios es la alternativa maniquea con que se nos sugestiona. Es irreal porque ninguna de ambas puede tener ya vigencia práctica en gran escala, aunque la tuvieron en ejemplos históricos muy publicitados, y se ven aún algunas imitaciones. La oposición real es entre Reformistas y Rebeldes.
Los Reformistas se atribuyen como mérito combatir a los Fósiles y a los Totalitarios, lo cual muchas veces es cierto. Capitalizan ese mérito en forma de ‘falacia triangular’, que consiste en presuponer que no son cuatro sino tres las posiciones posibles –dos extremos y un justo medio y por lo tanto quien está contra ellos es Fósil o Totalitario.
Los rebeldes tienen que luchar contra esa magia del número tres. Les cuesta poco demostrar que no son Fósiles, pero como enemigos del Reformismo se los acusa de Totalitarios. Tampoco les es fácil esclarecer su oposición a un sistema que a través del Reformismo está prometiendo constantemente enmendarse y descargando sus culpas sobres los Fósiles. Es una situación que clama a gritos por su Molière (8)”.

Sin duda estas posiciones, en especial llamar críticamente a muchos de sus amigos y colegas de “Reformistas” o “Desarrollistas” le valieron que muchos lamentaran posición tan extrema y dura. Es que Oscar, se dedica explícitamente de las conducciones de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales del siguiente modo: “Esta Facultad estuvo dirigida –desde octubre de 1955 hasta junio de 1966 – por un grupo de profesores y graduados con apoyo de la mayoría estudiantil; grupo que podemos llamar Reformista para dar idea de su ubicación en las luchas universitarias y de su heterogeneidad política. Sus integrantes tenían buen entrenamiento científico, gran deseo de sacar al país de su estancamiento pero escaso conocimiento de sus realidades, alto grado de racionalidad, mucho empuje, un antiimperialismo difuso que fue agudizándose a partir de la revolución cubana y una eficiencia apreciable en docencia e investigación. En resumen, liberales de izquierda, inteligentes pero sin experiencia ni talento políticos”.

A pesar de ello, ganó afectos entre muchos colegas y estudiantes. “La primera imagen que me viene de Oscar me devuelve aquel hombre grande y feo, de voz soturna, con toda la figura de un gringo bruto. Imagen que se deshacía cuando empezaba a platicar (9).”

Sus discípulos directos, militantes e integrantes del Centro de Planificación Matemática (CPM) llevaron durante muchos años, incluso durante los oscuros tiempos de la dictadura, sus banderas. Y fueron ellos, sin duda, ante su muerte, quienes más lo lamentaron en el ámbito científico. Recuerda Sara Rietti (10) “Oscar murió en diciembre del 76, nueve meses después del golpe brutal que trastornó al país y lo sumergió en la violencia, la muerte, el exilio masivo y la figura institucionalizada de la desaparición. Murió en un momento muy negro, que aún hoy cuesta recordar. Todo nuestro grupo lo veló y fuimos en silencio, sin mayor ceremonia ni prensa, hacia el cementerio. Después de eso, cada uno asumió como pudo su compromiso (11)”

A sus aportes como científico y epistemólogo argentino cabe agregar que escribió cuentos de ciencia ficción llenos de originalidad. Como ejemplos se pueden citar los publicados en la célebre revista Más Allá (1953-1957).

Oscar nació científico, e indudablemente murió como tal, pero su transición hacia lugares inhabituales para los hombres de ciencias es llamativa. Oscar al final de su vida no renegaba de la ciencia, sino de su sentido, en definitiva ¿para que investigar? Sabía que tal como la había aprendido, y en parte desarrollado, no implicaba ninguna transformación para la sociedad que le tocaba vivir. Primero pensando en Argentina, pero prontamente pensando en Latinoamérica. Oscar murió como epistemólogo y siendo un eficaz provocador: ya no se puede hablar de política científica sin recordar o tener en cuenta a Oscar Varsasky (12). El golpe militar lo encuentra en Venezuela, pero ya había contraído una enfermedad que lo exponía a cualquier infección. Vivía tomando antibióticos, y necesitaba de cuidados extremos, por ello optó regresar a la Argentina, y lo hizo con temor “tendré que volver a Buenos Aires, a pesar de algunos peligros de otro tipo que eso implica”.


Referencias.
(1) Oscar Varsavsky (Buenos Aires, Argentina, 18 de enero de 1920; Buenos Aires, 17 de diciembre de 1976).
(2) Físico italiano, llegó a la Argentina exiliado durante el fascismo.
(3) Investigador UBA y Doctor Honoris Causa Universidad de Los Andes, Venezuela. En “Oscar Varsavsky. Una lectura Postergada”
(4) Héctor Augusto Navarro Díaz. Ministro del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología de Venezuela. (2007 – 2008)
(5) Sara Rietti. Química nuclear. Quién es: fue pionera en las ciencias "duras" y la primera química nuclear de la Argentina. Heredera del pensamiento de Oscar Varsavsky, su maestro y un reconocido científico social promotor de una ciencia independizada de los condicionamientos económicos, y conectada con un modelo propio de desarrollo de país. Formó parte del grupo más destacado de científicos argentinos del siglo XX, y, con la recuperación democrática, se ocupó de repatriar "cerebros brillantes".
(6) En Ciencia y Revolución. Homenaje a Oscar Varsavsky. Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología. Año 2008.
(7) En estudio preliminar de Pablo Kreimer de Ciencia, política y cientificismo y otros textos. Oscar Varsavsky.
(8) Oscar Varsavsky. “Ciencia, política y cientificismo”.
(9) Darcy Ribeiro: En el texto “Oscar y las vacas”.
(10) Sara Rietti. Química nuclear. Quién es: fue pionera en las ciencias "duras" y la primera química nuclear de la Argentina. Heredera del pensamiento de Oscar Varsavsky, su maestro y un reconocido científico social promotor de una ciencia independizada de los condicionamientos económicos, y conectada con un modelo propio de desarrollo de país. Formó parte del grupo más destacado de científicos argentinos del siglo XX, y, con la recuperación democrática, se ocupó de repatriar "cerebros brillantes".
(11) Ciencia y Revolución. Homenaje a Oscar Varsavsky. Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología. Año 2008.
(12) Durante el año 2010, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva puso en marcha el Programa de recuperación del pensamiento científico-tecnológico Latinoamericano. Se trata de una iniciativa para la recuperación histórica del pensamiento Latinoamericano en el área de Ciencia, Tecnología y Desarrollo y los referentes históricos argentinos son Amílcar Herrera, Jorge Sábato y Oscar Varsavsky.

3 comentarios:

joaquin dijo...

Bruno:

Me siento sumamente agradecido por tener acceso a este artículo.

Arranqué uno quizá parecido, pero no tan completo y atinado como el tuyo. Nunca lo terminé. Me faltaban datos y conocimiento del momento histórico (la dictadura, el peronismo, la situación económica argentina y la latinoamericana).. y ahí me quedé, estudiando.

Tu artículo llega para desvelar mis inquietudes, aumentar y continuar mi militancia hacia el ideario varsavskyano.

Abrazos latinoamericanos.


-Joaquin

Hector Sanzana dijo...

Exelente reseña, desde Venezuela habemos un grupo de seguimos al Profesor Varsavsky de manera militante y propositiva.... tratando de materializar su legado. Muchos saludos revolucionarios desde esta punta de América.
HSFP

jorge poppi dijo...

me encantaria poder contactarme con algun familiar de Oscar Varsavsky; japoppi@yahoo.com