Por
Bruno Pedro De Alto
Nivel y calidad del empleo.
En materia de
empleo, la verificación del éxito del Modelo
de Industrialización con Inclusión, vía creación de puestos de trabajo por
reactivación industrial (2003 – 2014) versus la pérdida de puestos de trabajo
por imperio de políticas del monetarismo (1976 – 2001), sin duda es significativa.
El modelo ha creado 2,5 millones de puestos de trabajo y descendido la
desocupación desde un récord del 25% a un nivel de alrededor del 7% - 6,5%,
logrado ya en el año 2007 (Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social).
Sin embargo ese nivel se muestra constituyéndose como un piso difícil de
perforar; que a su vez es un piso alto para ser logro de un modelo con
inclusión. Por el problema se agrava si se analiza la naturaleza y calidad de
los puestos de trabajo creados: la duplicación del PBI implicó un mayor
crecimiento relativo de los servicios y sectores primarios frente a los
sectores industriales, que es donde se encuentran la mayor presencia de empleos
formales, sindicalizados y con servicios sociales.
Observando la
estructura ocupacional argentina según estrato de productividad, la
fragmentación en sectores laborales de acuerdo al tipo de actividad económica
señala que solo 1 de cada 10 trabajadores en actividad se inserta en un primer
estrato productivo cercano en productividad a la frontera internacional
(estrato “capitalismo desarrollado”). Corresponde a grandes empresas con más de
500 empleados y a empresas grandes y medianas de entre 200 y 500 empleados y a
profesionales universitarios independientes (Fuente El Rompecabezas Productivo
Argentino – CEU / UIA. 2012).
El segundo estrato
suma 5,5 de cada 10 trabajadores en actividad (estrato “capitalismo en vías de
desarrollo “) y es conformado principalmente por empresas medianas, pequeñas de
productividad media y no asalariados calificados y trabajadores independientes
con nivel medio o medio-alto de educación.
En el tercer
segmento incluye a 3,5 de cada 10 trabajadores en actividad (estrato sector
informal) que se insertan los puestos de trabajo generados hacia dentro de
pequeñas y micro empresas de baja productividad, micro establecimientos,
actividades de subsistencia, servicio doméstico y planes sociales.
El comportamiento
del empleo no registrado – que atraviesa principalmente el segundo y tercer
estrato citado anteriormente - ha tenido avances pues se ha reducido: desde
fines de 2003 con una cifra cercana al 50 % se ha reducido al 35,5 % en el
tercer trimestre de 2012. Pero son porcentajes aún elevados. Es importante
tener en cuenta que éste es un colectivo sumamente heterogéneo. Encuestas
realizadas por el Ministerio de Trabajo muestran que un 25 por ciento de los
asalariados no registrados se desempeñan en unidades productivas formales (con
alguno de sus trabajadores registrados); un 47 por ciento lo hacen en unidades
productivas informales (con todos sus trabajadores en esa condición) y un 27
por ciento se desempeña en hogares, en especial trabajo doméstico. Así
planteado, se trata de un problema no asumido y en algún caso sostenido tanto
por el Estado, como por los empresarios, sindicatos y las clases medias y
altas. Las razones barren el espectro político, económico y cultural.
Entre quienes
aparecen como trabajadores con empleo, figuran aquellos que conforman el Plan
Argentina Trabaja. No es fácil determinar la cantidad de personas que
pertenecen a este colectivo. Hay quienes estiman que se trata de alrededor de
150.000 trabajadores. No importa tanto esa cantidad, ni el nivel bajo de sus
remuneraciones pues siempre se presentaron como ingresos de subsistencia; sino
la serias dificultades que se ha tenido el Estado para constituirlos como
verdaderas unidades económicas dentro del sistema cooperativo productivo y no
dentro del sistema de desarrollo social como están hoy incluidos en el
Presupuesto Nacional.
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